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dolorosas de escuchar y de responder. Puede tratar de anticipar cuáles pueden ser algunas de las preguntas reflexionando sobre cómo sería la situación para su hijo y teniendo una respuesta lista de manera que esté preparado y puede reducir el impacto. Los niños entre estas edades pueden empeñarse en contar el evento traumático una y otra vez en un esfuerzo por ganar un poco de control sobre éste. Pueden impulsivamente soltar algún aspecto del trauma como: “Mi tía Karen fue asesinada en un choque” y “Mi mami llora a veces”. Aunque inesperadas, estas afirmaciones ofrecen buenas oportunidades para sondear cuidadosamente los sentimientos de los niños y distinguir el propósito de dichos comentarios. Puede ser que el niño sólo necesitaba la sensación de dominio que conlleva verbalizarlos, o que hay sentimientos o preguntas escondidos que necesitan ser atendidos. Debido a que el pensamiento es literal y concreto, la muerte puede ser mejor explicada en términos físicos, tales como: “Su corazón dejó de latir y nadie puede hacer que lo haga de nuevo. Por eso no vamos a verlo moverse o hablar nunca más. Vamos a enterrar su cuerpo en la tierra, porque él ya no puede hacer o decir nada”. Para los niños

criados en tradiciones que creen en la vida después de la muerte, conceptos como el cielo pueden ser difíciles de captar. Pueden ver una discrepancia entre enterrar el cuerpo y la

Considere las creencias religiosas

cuando hable del concepto del cielo y la muerte.

descripción de “irse a casa” o de “ir al cielo”. Aunque los niños pequeños probablemente no pueden entender el concepto, usted puede abordar la distinción, como “La parte que amábamos, la parte que sonreía, reía y que nos amaba a nosotros, es la parte que se ha ido al cielo. El cuerpo que ya no funciona es lo que ahora está en la tierra”.

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