que ascendía a 382 mil unidades anuales (García Peralta, 2010). Lo anterior se logró cambiando el grupo base de atención, incor- porando a la compra de vivienda nueva al sector asalariado de base de menores ingresos que no habían sido favorecidos con anterioridad. Esta política oficializó la construcción en serie en la categoría denominada como vivienda económica , la cual con- sideraba un costo —en ese momento— de hasta 117 063 pesos. Esta cantidad solamente alcanzaba para una construcción de, máximo, 40 m 2 ; misma que incluía un cuarto de usos múltiples, baño y cocineta; asentada en los terrenos reglamentarios más pequeños, bajo el argumento de que era un plan de mejoramiento de las condiciones de vida de los pobladores, quienes en el largo plazo podrían consolidar la vivienda. Así pues, el recorrido de las políticas públicas de vivienda permite reconocer a esta como una pieza determinante del creci- miento económico, conformadora del patrimonio de las familias, pieza que contribuye a generar el flujo de capital en los sistemas financieros y se presta como lugar para establecer microempre- sas (Cidoc, 2004). Habitabilidad y los aspectos funcionales del espacio habitable El concepto de habitabilidad se refiere a aquello que permite el sano desarrollo físico, biológico, psicológico y social del ser humano al interior de su vivienda, del entorno inmediato y de todos los espacios en donde desarrolla sus actividades (Castro et al. , 2001). Debido al crecimiento desordenado de las ciudades y a la reducción de las dimensiones de las viviendas como tendencia, investiga- dores de diversas disciplinas han venido desarrollando estudios de evaluación de la vivienda en aspectos funcionales y espaciales, así como de las personas que las habitan respecto a percepción y adecuación. Según Organista (2015), se deben “analizar los espa- cios como medios necesarios para el hombre y su satisfacción de necesidades […] [como un todo, de manera] integral, la persona y el continente material y edificado que lo envuelve”. Al inicio del siglo XXI, ONU-Habitat estimaba que al menos 38.4% de la población mexicana habitaba en una vivienda no adecuada; es decir, en condiciones de hacinamiento; o hecha
sin materiales duraderos; o que carece de ser- vicios mejorados de agua; o de saneamiento. Sin embargo, esto no es exclusivo del país, sino que es la tendencia mundial. En respuesta, los organismos internacionales hicieron instru- mentos como la Declaración de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, donde se reconoce que la vivienda, para ser ade- cuada, más que solo proveer de cuatro paredes y un techo, debe cumplir con siete elementos mínimos: “seguridad de la tenencia; disponi- bilidad de servicios, materiales, instalaciones e infraestructura; asequibilidad; habitabilidad; accesibilidad; ubicación y adecuación cultural” (ONU-Habitat, 2018). Entonces, para determinar el grado de habi- tabilidad de la vivienda deben considerarse aspectos objetivos y subjetivos. Mercado et al. (1994) incluyeron factores físicos, psicológicos y ambientales, pues representan el grado en que la casa se ajusta a las necesidades y expectativas de sus habitantes, así como también permiten
La resiliencia se reconoce como una de las capacidades más importantes de la vida del ser humano. Se trata de la habilidad de adaptarse y sobreponerse a circunstancias adversas.
120 Vivienda Infonavit • DICIEMBRE 2022
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