San Pedro Garza García reportó, en 2018, el ingreso per cápita más alto del país. La califi- cadora Fitch Ratings reportó un IPC de 60 mil dólares anuales en comparación con el promedio anual nacional de 9 mil dólares. Asimismo, la capacidad mínima de su infraestructura es de 120 000 m 3 y la máxima de 238 000 m 3 , a pesar de que su población es de 132 169 habitantes, requiriendo tan solo de 13 217 m 3 . Además, dicha distribución inequitativa de la infraestructura de acceso a servicios de agua potable es agravada al observar los hábitos de consumo en las y los habitantes del municipio de Garza García. A lo largo del fenómeno de escasez hídrica, este municipio ha encabezado las listas de mayor consumo doméstico de toda el AMM. Su consumo aumentó durante los meses más críticos de escasez, ello refleja cómo no hay un acceso universal ni justo al vital líquido en Nuevo León; injusticia que se sostiene en el abandono de crear nueva infraestructura que permita garantizar el derecho humano al agua para toda y todo habitante de la metrópoli (SADM, 2022). Adicional a la distribución inequitativa de la infraestructura hídrica a lo largo del AMM y su zona conurbada, como consecuencia de la divi- sión por género del trabajo, la escasez hídrica ha agravado las labores domésticas y de cuidado de las mujeres y niñas que habitan en Nuevo León, al trasladárseles la responsabilidad de proveer agua para sus familias. Conclusiones La crisis del agua en Nuevo León ha evidenciado las consecuencias de una planeación hídrica ineficiente e irresponsable a lo largo de anteriores administraciones, acompañada de un descon- trolado y voraz desarrollo urbano. Es urgente implementar acciones que permitan abastecer de agua al estado, paticularmente al contexto urbano y conurbado, al ubicarse la mayoría de la población en la ciudad. Nuevo León necesita incrementar su oferta de manera sostenible en al menos 8.6 m 3 /s, dado que para 2050 se requerirán 21.7 m 3 /s para satisfacer la demanda de los sec- tores residencial, público, comercial e industrial. Sin embargo, obtener nuevas fuentes de abastecimiento no es la única problemática a resolver, es imprescindible crear una red de distribución de agua que garantice el acceso al líquido para las y los habitantes de los muni- cipios metropolitanos y cornurbados, de manera justa, universal y equitativa. El acele- rado desarrollo urbano en la entidad no ha sido
Escasez de agua y género
La grave sequía afrontada en Nuevo León, a la par de un proceso de expansión voraz de la mancha urbana, ha creado una problemática de escasez hídrica en el AMM y los municipios conurbados. Como se desarrolló anteriormente, dicha escasez fue vivida de manera desigual en los municipios, consecuencia de la disponibilidad de infraestructura que permite abastecer las necesidades de sus habitantes. Sin embargo, la problematización de la desigualdad hídrica en Nuevo León no debe limitarse a un análisis impersonal, ya que la falta de agua apela a las necesidades básicas de toda persona. Asimismo, la lucha por acceder al agua potable no escapa las normas y roles impuestos a las personas por su género. Al igual que ciertos municipios de la metrópoli padecen de manera diferenciada la escasez de agua, para las mujeres y niñas de Nuevo León la falta del vital líquido se tradujo en una intensificación de las labores domésticas y de cuidado que ya les son impuestas por razón de su género, situación que se agudiza aún más para las que habitan en sectores con dificultades históricas para acceder al agua. Para las mujeres que habitan zonas con deficiencias infraestructura - les —en particular con servicios de agua ineficientes—, esto tiene un impacto inmediato en la dificultad de su labor doméstica. Como resultado, las mujeres que sufren la escasez de agua en Nuevo León son una voz de protesta contra el acceso desigual al vital líquido (Bennett, 1995). En relación con las dificultades para obtener agua en un contexto doméstico que opera de forma desigual para mujeres y hombres, la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo identificó que alrededor de 30.9% de las mujeres dedica su tiempo total de trabajo al trabajo para el mercado o remunerado, mientras que 66.6% se dedica a trabajo no remunerado o doméstico, y 2.5% a la producción de bienes para uso exclusivo del hogar (Inegi, 2019). Es así que, al considerar que el agua es uno de los principales elementos del trabajo doméstico, los servicios de abastecimiento juegan un rol fundamental al determinar las condiciones de trabajo de la gran mayoría de mujeres y niñas que desempeñan labores domésticas (Bennett, 1995). En el contexto urbano-político de Nuevo León, las mujeres han desempeñado un papel histórico en la lucha por obtener servicios públicos que garanticen el derecho humano al agua potable. Duran- te las décadas de 1970 y 1980, varios sectores de la ciudad no se encontraban incorporados a la red de abastecimiento de SADM. Es así que se llevaron a cabo una serie de protestas encabezadas prin- cipalmente por “amas de casa”, situación que finalmente obligó al gobierno del estado a implementar medidas para el mejoramiento de la cobertura del servicio (Bennett, 1995). Lo que vive actualmente la entidad no difiere mucho de las protestas en décadas anteriores: a lo largo del año, pero en particular durante el verano de 2022, decenas de personas (en su mayoría mujeres) se vie- ron obligadas a pasar horas bajo el sol, todo para poder llenar algunos contenedores con el agua que es distribuida a través de pipas. Muchas de estas mujeres habitan en municipios cuya infraestructura no es capaz de dar abastecimiento a su población, mucho menos en medio de la peor crisis hídrica que ha conocido Nuevo León.
132 Vivienda Infonavit • DICIEMBRE 2022
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