Meritocracia y Educación (versión ampliada)

INFORME 2023 MERITOCRACIA Y EDUCACIÓN

Desigualdad de opor- tunidades: Acuerdos y desacuerdos En la sección anterior, hemos visto cómo el rendimiento educativo –medido a través de la probabilidad de obtener determinado nivel en matemáticas en PISA– está estrechamente relacionado con el estatus socioeconómico de la familia, tanto en España como en mu- chos otros países de su entorno. Esto es, el rendimiento educativo en PISA 2018 depende del nivel socioeconómico de los padres, cir- cunstancia que está fuera del control de los niños y que, por tanto, en una sociedad que se ajuste al ideal meritocrático, no debería tener tanto peso. Visto esto, a continuación, pasamos a abordar la segunda pregunta que planteábamos en este estudio, es decir, medir cómo se distribuyen las oportunidades educa- tivas conforme a un conjunto más amplio de circunstancias personales fuera del control de cada uno mediante el cálculo de indicadores de desigualdad de oportunidades. Desde un punto de vista filosófico, la igualdad de oportunidades (IOp) se refiere a un ideal político que defiende la promoción de las personas a posiciones de éxito a través de un proceso competitivo abierto y en igualdad de condiciones. 8 En este sentido, existen dos nociones principales de la igualdad de oportu- nidades y de lo que significa competir en igual - dad de condiciones (Roemer, 2000; Arneson, 2015). La primera defiende el principio formal de no-discriminación. Esta concepción requie- re que las posiciones sociales de éxito estén abiertas a cualquier solicitante y que la asigna- ción final se realice exclusivamente de acuer - do a los méritos y atributos necesarios para cada puesto. Por otra parte, y a diferencia de esta noción formal, la concepción de igualdad de oportunidades sustantiva es más amplia

y defiende que todos los ciudadanos deben tener acceso a las oportunidades suficientes para desarrollar sus capacidades “antes de que empiece la competición”. 9 Aunque la mayoría de ciudadanos en las sociedades industrializadas están a favor de la igualdad de oportunidades como principio, existen discrepancias importantes sobre cómo debe entenderse este ideal (Bénabou, 2000; Ar- neson, 2015). En el extremo más igualitario se encuentra el ideal de John Rawls (1971), quien consideraba que el talento innato es una forma de suerte arbitraria que no constituye mérito o recompensa. Alguna forma de desigualdad económica sería necesaria para generar incen- tivos, pero esta debería combatirse lo máximo posible. En el extremo contrario se encuentra la noción libertaria de que las personas son también responsables de sus propias circuns- tancias. Desde esta perspectiva, la igualdad de oportunidades se entiende como una idea mi- nimalista basada en el respeto mutuo a ciertos derechos básicos sobre la propiedad (Nozick, 1974) y en una intervención mínima del estado para luchar contra la discriminación (Epstein, 1995). Dónde traza la sociedad el alcance de la responsabilidad individual tiene implicaciones directas sobre la legitimidad de la cultura del esfuerzo. Un ejemplo ilustrativo sería el de un niño pobre al que no le gusta la escuela por no disponer de recursos suficientes en el hogar. ¿Es este niño responsable de sus preferencias y de no esforzarse lo suficiente? La respuesta a esta pregunta varía según las intuiciones mo- rales de cada cual. Por un lado, autores como Dworkin (1981) o Fleurbaey (2008) consideran que las preferencias son responsabilidad de uno mismo y que las personas no deben ser compensadas por su falta de ambición o sus valores personales. Por otro, autores como

8.Esta noción de justicia no va, por tanto, en contra de la existencia de jerarquías sociales ya que reconoce y acepta implícitamente la presencia de posiciones de distinta valía en la sociedad (Arneson, 2015). Sin embargo, a diferencia de los sistemas de castas o aristocráticos, el principio de IOp promueve que la asignación a estas posiciones no dependa del estatus social al nacer o de las circunstancias que escapan del control individual de las personas. 9. Un ejemplo de la IOp formal sería combatir la discriminación por sexo o raza, ya que estos atributos son inconsecuentes para el desempeño en un puesto de responsabilidad. Por su parte, un ejemplo de la IOp sustantiva sería garantizar más recursos educativos a niños de familias trabajadoras para compensar las desventajas sociales que limitan sus habilidades para competir con aquellos más pudientes en la etapa adulta.

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