Revista Vivienda Infonavit Año 5, Num 1 (Junio 2021)

centradas en la actividad agropecuaria y en la historia local como estructuras simbólicas que favorecen la topo- filia y, por ende, la renuencia a trocar la tierra por dinero o a convivir con advenedizos urbanitas.

áreas de exclusión espacial con base en lamanipulación consciente o inconsciente de estructuras simbólicas basadas en la cultura tradicional. Una de estas estructuras es, necesariamente, la identidad social local en oposición a la ostentada por los advenedizos. Como señala Barth (1976), la identidad es de tipo situacional, relacional y depende de las interacciones concretas entre individuos con autoadscripciones diferentes. La memoria colec- tiva y el territorio son parte de dicha identidad social en proceso. Cuando hablamos dememoria, nos referimos a narrativas y símbolos concatenados, socialmente cons- truidos, delimitados y, también, olvidados. Un caso ejemplar de la interdependencia entre iden- tidad, territorio y memoria se establece con base en los antepasados que siguen vivos simbólicamente, ubicados en el mismo suelo que pisan quienes se consideran sus descendientes. Dos casos paradigmáticos: Chalco y El Sauzal Para obtener la información empírica conducente a dilucidar los procesos socioculturales en la población rural, entre 2020 y 2021 visité dos zonas periurbanas con procesos de lotificación de suelo por adopción de dominio y entrevisté a sendas familias con derechos sobre parcelas ejidales. En el caso del ejido El Sauzal (Chihuahua), parte de las parcelas se enajenó entre 2006 y 2010. En el caso del ejido de Chalco (Estado deMéxico) se dieron fenómenos de invasión de tierras ejidales antes de la enajenación a sociedades inmobiliarias. Esta selección se justifica por las continuidades y discontinuidades entre ambos casos. Las continuidades garantizan lamisma identidad en la comparación; las discontinuidades posibilitan, por contraste de datos, los elementos que según la literatura precedente pudieran estar involucrados en las tomas de decisiones respecto de la enajenación de sus tierras. Así, El Sauzal y los pueblos viejos de Chalco compar- ten su carácter periurbano, una tradición histórica de lucha por el suelo social (villismo y zapatismo, respecti- vamente), su antigua función de hinterland 5 respecto de sus zonas metropolitanas (Paso del Norte 6 y Ciudad de México) y el predominio de actividades económicas pri- marias. Sinembargo, El Sauzal fue constituidopor vecinos del poblado Zaragoza y población repatriada de Estados Unidos en la segunda década del siglo XX con orígenes regionales diversos, aunquemayor o totalmente se trató demestizos y criollos; además, los cultivos predominantes fuerondestinados a la exportación internacional (algodón, zacate sedán, sorgo, alfalfa y nuez), manteniendo algunos orientados al autoabasto local (maíz, trigo, frutales); la identidad social está configurada bajo el tipo ranchero norteño, caracterizada por la música, el atuendo, el dia- lecto y la gastronomía (Montano yCervantes, 2017, p. 16).

Por su parte, la historia de los conocidos como pueblos viejos de Chalco esmilenaria. Se remonta al poblamiento del vaso lacustre de Texcoco. El sustrato cultural domi- nante es indígena, de la etnia náhuatl cuya lengua aún se habla por algunas familias ejidatarias de las comunidades de Atlazalpan, Cocotitlán, Huitzilzingo o Ayotzingo. En consecuencia, las actividades campiranas se centran en lamilpa tradicional que, con variosmilenios de cosechas, actualmente surte a la industria nacional del maíz, sin descuidar el consumo local. A la milpa hay que añadir monocultivos destinados al mercado citadino e inter- nacional, como es el caso paradigmático del amaranto (otro cereal endógamo domesticado en la región); sin embargo, por décadas la actividad económica también se basó en la cabaña vacuna, comercializando lácteos en su función de hinterland metropolitano. Otros tipos de ganado menor son criados en los núcleos agrarios y sus excedentes están orientados al mercado regional. Usos del suelo, de acuíferos e identidades como ejes de conflictos Como todo el Valle de Juárez, las coordenadas socioeco- nómicas deEl Sauzal estánmarcadas por la cercanía con EstadosUnidos. En 1922 inició la siembramasivade algo- dón en la región juarense que, replicando la experiencia previa enSonora, se orienta almercado estadounidense casi ensu totalidad (MontanoyCervantes, 2017). Lavida transfronterizamarcada por losmovimientosmigrato- rios, el comercio y el contrabando siguenpresentes en la vida cotidiana, así como eventos de violencia criminal. La proximidad a la frontera internacional es sinónimo de colindancia conel cauce del ríoBravo; aunque actual- mente el riego fluvial se canaliza por acequias, toda la planicie ribereña es rica en ojos de agua dulce y tierras ricas en sedimento fluvial. Esto ha permitido el cultivo de árboles frutales, destacando la vid, así como el algodón y la alfalfa, gracias a los excedentes de tierras de riego. Otra actividad económica en la que participa El Sauzal es el turismo citadino local. La abundancia de fuentes de agua dulce se refleja en lanotoria presencia de balnearios recreativos a lo largo del cauce fluvial, así como servicios hosteleros y culturales (parques temáticos, zoológicos, museos comunitarios y peregrinaciones religiosas). El Sauzal aún cuenta convarios de estos servicios basados, precisamente, en su condición y paisaje campestres, aunque uno de losmiembros de la familia “L”, ejidatarios entrevistados,menciona que antes del procesoparcial de urbanización, la zona destacaba por un enorme bosque de sauces de los que hoy quedanmínimos testimonios. Apesar de que, a inicios del siglo XXI, este y otros eji- dos de las poblaciones de Zaragoza y Jesús Carranza arre- glaron los trámites para vender a inmobiliarias y cons- tructoras parte de sus parcelas, 7 el declive agroexportador se inició décadas atrás. SegúnAboites (2013), el declive

Suelo, identidad y memoria en perspectiva comparada

Para dilucidar los cambios socioculturales experimen- tados por la población de los núcleos agrarios afectados, planteouna terna conceptual: periurbanización, territorio e identidad. Esta será la base deunmínimo análisis com- parativo entre dos unidades de observación: una parte ejidal del municipio de Chalco, en Estado de México, y un ejido del Valle de Juárez, en Chihuahua. La dicotomía analítica campo-ciudad es de larga data en las ciencias sociales. Actualmente integra un variado elenco de conceptos como, por ejemplo, la periurbaniza- ción. La teoría sociológica clásica hamantenido campo y ciudad como dos categorías antagónicas caracterizadas por su actividad económica preponderante; salvo en la sociología comprensiva de Max Weber, que consi- dera la dimensión cultural de lo social y la acción social subjetiva para una tipología histórica de la dicotomía clásica y “descubre” la ciudad agraria como un oxímoron conceptual (Crovetto, 2019). La periurbanización, curiosamente, se acerca al tipo weberiano arriba citado. Se define como “espaciosmulti- funcionales que estánsometidos a grandes y rápidas trans- formaciones, ycuyodinamismoestá, enmuy granmedida, determinado desde la ciudad” (Entrena, 2005, p. 63). En general, existe un consenso difuso sobre la carac- terización del fenómeno, pero dos ideas resultan apro- piadas para nuestros objetivos: los paisajes en transición (transformaciones múltiples) y el conflicto persistente por los diversos usos del suelo de modo simultáneo (Entrena, 2005). Por otra parte, es necesario problematizar el suelo desde perspectivas diferentes al mercado y la legislación, ya que los habitantes de estos espacios construyen su sentido enmodos diversos. Propongo, en este sentido, la noción socioantropológica de territorio . Por ejemplo, un autor lo define como “espacio socializado y culturizado […] que tiene, en relación con cualquiera de las unidades constitutivas del grupo social propio o ajeno, un sen- tido de exclusividad, positiva o negativa” (García, 1976, p. 29). Haesbaert (2013) profundiza y complementa este énfasis en la exclusión, subrayando la dicotomía dominación/apropiación. Los sectores sociales más precarizados, los subalternos, basan su construcción del territorio en la apropiación simbólica; las clases dominantes, en cambio, en la dominación. Con respecto a la dicotomía anterior, en contextos periurbanos la ciudad domina al campo, pero este se apropia simbólicamente de los espacios, estableciendo

122 Vivienda Infonavit • JUNIO 2021

123

Made with FlippingBook flipbook maker