Revista Vivienda Infonavit Año 5, Num 1 (Junio 2021)

del algodón fue irreversible en 1960. Sin embargo, otros eventos abonaron a la extinción del modelo, al menos en los volúmenes de venta acostumbrados. La firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) y la contaminación de los acuíferos por el exceso de fertilizantes basados en el amoniaco socavaron la actividad agrícola del Valle en su conjunto (Montano y Cervantes, 2017).

milenario de cultivos: la falta de lluvias y la deserción juvenil hacia labores menos onerosas o directamente a la emigración internacional. El primero angosta las cose- chas, el segundo rompe la tradición campesina y orilla al abandono de las parcelas por falta demano de obra. Esta ruptura de la tradición es, sin duda, el conflicto identitario latente. No es el caso de los conocimientos

y del interés social; y por la ruptura intergeneracional de la identidad específicamente campesina e indígena que amenaza un patrimonio inmaterial representado por los toponímicos nahuas, la etnobotánica local y los restos de rituales y ofrendas colocados en las milpas, para prote- gerlas, desde tiempo inmemorial. El cambio en el uso y las prácticas con el territorio amenaza con erradicar una memoria distintiva y su derecho a la identidad. Así, el estudio referido confirma la especificidad indígena ante las modificaciones a sus territorios sancionados por los PNDU y las políticas de vivienda. También descubre que, en ambos casos comparados, los beneficios obtenidos por las ventas son financieramente relativos, y los riesgos medioambien- tales abundan en riesgo de contaminación y escasez de recursos naturales acrecentado por la acelerada urba- nización de los lindes ejidales. El caso norteño, además, nos ilustra la concepción mestiza de la tierra, más proclive a aceptar sumercanti- lización. También apunta a la persistencia de lamemoria

e identidad social más allá de las actividades agrícolas, aunque hay que considerar la existencia de un modelo económico basado en la oferta de entretenimiento cul- tural y ecológico como alternativa ya establecida en las localidades del Valle de Juárez. Por ello, preservar el pai- saje, la calidad y cantidad de los acuíferos y la herencia cultural abundarán en alternativas sustentables para nativos y futuros desarrollos de vivienda. Como recomendación, los escenarios descritos en esta breve exposición deben alentar la inclusión de iniciati- vas que preserven la memoria, sabidurías e identidades campesinas ante los desarrollos urbanos residenciales presentes y por venir. Acciones en defensa del derecho a la identidad de los pueblos originarios y de las comuni- dades rurales pueden concretarse en la preservación de toponímicos, la obligatoriedad de erigirmuseos comuni- tarios o casas de cultura junto a los residenciales, así como la recuperación y fomento de cuerpos de agua aledaños a las urbanizaciones. De esta forma se preservará la calidad de vida y exorcizará conflictos comunitarios.

En el primer caso, la exportación de alfalfa, zacate sedán o sorgo ya no fue redituable por pérdida de competitivi- dad; en el segundo, la contaminación por amoniaco derivó en acidificaciónde suelo y eutrofización. Estos procesos, en ocasiones irreversibles, incidenen lapér- didade productividadpor hectárea. Estas adversidades, junto almodelo extremode ciudaddifusa, perfilan las razones para la reciente enajenacióndel suelo social. En cambio, las consecuencias fueron inespe- radas, pero sinmodificar apenas los usos del suelo o las identidades rancheras. Adrián “L”menciona que la cohesión social estuvo por colapsar, dado que la gran mayoría de las y los beneficiados

de las personas adultas mayores sobre la herbolaria nahua existente en cada rincón del suelo; ni de las técnicas de cultivo; ni de las identidades vincula- das a los cuatro barrios de su pueblo viejo, confirmadas por la iglesia del pueblo, los caporales (una danza típica) o las cele- braciones pormuertos, aménde las posa- das decembrinas y las constantes fies- tas patronales, cívicas y familiares que toman las calles intramuros de la locali- dad. El conflicto cultural se resiente en el ámbito profesional, mismo que orilla al abandono de la milpa; unas tierras mil- peras arenosas, negras e infestadas de restos arqueológicos (cerámicas, figuras de pedernal, obsidiana y barro).

El cambio en el uso y las prácticas con el territorio amenaza con erradicar una memoria distintiva y su derecho a la identidad.

por la colocación de sus parcelas en el mercado inmobi- liario dedicó el capital recibido al consumo conspicuo de drogas, sexo y automóviles de lujo. Fue notorio el aban- dono de las familias y de labores entre las personas ejida- tarias residentes. Este pasaje descapitalizó a la población campirana, que retomó labores de cultivo en parcelas en desuso más distantes del núcleo agrario principal. También se dio, comentan, un trasvase de personal a la industria y al sector servicios en Juárez yEstadosUnidos. Sin embargo, los conflictos por el uso del suelo o por cuestiones identitarias están ausentes o, quizá, laten- tes. Mientras que los habitantes advenedizos evitan, en general, las interacciones con las personas nativas tras sus suburbios fortificados (Trapaga, 2019), estos últimos mantienen el modo de vida ranchero, conservando cha- rrerías, palenques, atuendos campiranos, caballerizas y gastronomía. El sentido de pertenencia parece reforzado, mientras que su concepción del suelo en tanto territorio estámás próximo a la perspectivamercantilista, posible- mentepor suexperienciahistóricacomoagroexportadores. En los lindes del vaso lacustre, aun replicándose similar estrategia basada en restringir la enajenación del suelo social y el asentamiento de nuevos residentes ajenos a la comunidad campesina e indígena, los conflic- tos derivados del uso del suelo y del desafío intercultural están, cuandomenos, latentes. También los ejidos de Chalco resienten una crisis derivada de la devaluación de la actividad económica primaria. En entrevista, Josafat “M” refiere dos fenóme- nos crónicos que redundan en el abandono del esquema

Otro de los conflictos latentes, expresado en varias conversaciones informales y en lamisma entrevista, es el agua. Al igual que en el caso anterior, el deterioro del medioambiente se achaca a la progresiva urbanización, pero la propiedad comunal del agua (la localidad dispone de dos pozos exclusivos) se percibe en riesgo y esmotivo de desconfianza hacia las autoridades, más que hacia los fuereños. Valga decir que, desde el salinato, el ejido de Chalco ha sufrido de sucesivas expropiaciones obede- ciendo a las disposiciones de la Corett o al interés público. Conclusiones Los resultados de este estudio exploratorio sobre las transformaciones y los conflictos socioculturales en torno al proceso acelerado de la mercantilización del suelo de uso social tras la reforma constitucional de 1992 apun- tan a una estrategia ejidal y comunal para gestionar los desafíos a sumodo de vida y a su patrimoniomaterial e inmaterial. Se perfila una estrategiamixta, más que una cerrazón frontal en los núcleos agrarios circundantes a las manchas urbanas metropolitanas deMéxico y del Paso del Norte: enajenación escalonada y prolongada del uso social y agropecuario del territorio. Las restricciones a la venta del suelo tomadas en ambos casos de estudio se asemejan al caso del conur- bado de Cuernavaca (Olivera, 2015) y pretenden dotar de continuidad al proyecto cultural de las poblaciones campiranas. Este proyecto se percibe como amenazado enuno de los casos por dos razones: la pérdida de los acuí- feros en beneficio de los fraccionamientos residenciales

Notas 1 Las condiciones derivadas de las restricciones sanitarias por la pandemia obligaron a replantear y limitar las actividades de investigación en campo, por lo que hay que considerar este escrito como un primer avance de resultados, más que un estudio terminado. 2 Incluyendo la metropolización de Cuernavaca y otros cuatro municipios morelenses que tiende a integrarse en esta megalópolis. 3 Ver López Amaro (2009) y Torres-Mazuera (2015). 4 Ver López Amaro (2009) y Torres-Mazuera (2015). 5 Entendida como la zona de influencia comercial de una ciudad o de una infraestructura de transporte (hub) . Históricamente, esa área periurbana surtía de materias primas (agropecuarias) y adquiría productos elaborados (industriales, de servicios). 6 Paso del Norte es la denominación histórica de la región internacional que actualmente ocupan los municipios mexicanos de Ciudad Juárez, Guadalupe, Práxedis G. Guerrero, el condado de El Paso, Texas, y el condado de Doña Ana en Nuevo México. 7 El fraccionamiento Riberas del Bravo forma parte de estas lotificaciones y resulta un paradigma del abandono de vivienda de interés social (Aguirre, 2012). Olivera, G. (2015). La incorporación de suelo social al crecimiento urbano de Cuernavaca y sus efectos en el desarrollo urbano formal e informal del suelo y la vivienda. En G. Olivera (coord.), La urbanización social y privada del ejido. Ensayos sobre la dualidad del desarrollo urbano en México. UNAM, 149-196. Torres-Mazuera, G. (2015). Mantener la ambigüedad de lo común: los nuevos y disputados sentidos del ejido mexicano en la era neoliberal. Revista Colombiana de Antropología, 51(1), 27-51. Trapaga, I. (2019). El suburbio fortificado: seguridad, aislamiento y homogeneización en una comunidad urbanofronteriza. En M. Valero, E. Suprani y J. L. Rebelo Porto (coords.), La ciudad entre miradas diversas. ULA. Haesbaert, R. (2013). Del mito de la desterritorialización a la multiterritorialidad. Cultura y Representaciones Sociales, 8(15), 9-42. Jiménez, E. R. y Ayala, M. L. (2015). Los ejidos y comunidades indígenas ante la expansión de Guadalajara, 1920-2000. En G. Olivera (coord.), La urbanización social y privada del ejido. Ensayos sobre la dualidad del desarrollo urbano en México. UNAM, 103-148. López-Amaro, J. G. (2009). Soy de campo. Territorio, memoria y autonomía frente al Procede entre los campesinos de Coronados, altiplano potosino. [Tesis de Maestría, El Colegio de San Luis]. Maya, N. (2004). El Procede y el Piso en la incorporación del suelo de propiedad social a usos urbanos en los municipios conurbados de la ZMCM. Estudios Demográficos y Urbanos , 19(2), 313-375. Montano, G. y Cervantes, E. (2017). Desarrollo histórico del Valle de Juárez. En E. Cervantes (coord.), El Valle de Juárez. Su historia, economía y ambiente para el uso de energía fotovoltaica. El Colegio de Chihuahua, 103-148. Referencias Aguirre, L. A. (2012). Inmigrantes veracruzanos en Riberas del Bravo: espacios, interacciones y (re)construcción de identidades. Chihuahua Hoy, Vol. X, 341-364. Aboites, L. (2013). El Norte entre algodones, población, trabajo agrícola y optimismo en México 1930-1970. El Colegio de México. Barth, F. (1976). Los grupos étnicos y sus fronteras. FCE. Crovetto, M. M. (2019). Espacios rurales y espacios urbanos en la teoría social clásica. QUID, 16(11), 15-31. Entrena, F. (2005). Procesos de periurbanización y cambios en los modelos de ciudad. Papers, 78, 59-88. García, J. L. (1976). Antropología del territorio. Ediciones JB.

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