Revista Vivienda Infonavit Año 5, Num 1 (Junio 2021)

La vivienda es el mayor articulador del espacio urbano y, por ello, el suelo en que se construye es la principal condicionante para el desarrollo social y comunitario.

de personas almargen de cualquier sis- tema que pueda procurar su bienestar. En cambio, cuando los asentamientos cuentan con certeza jurídica, se pone a

juegan un papel clave para que las familias transiten hacia el mercado formal de suelo (Gilbert, 2001). Las reformas de 2020 al Infonavit y al

disposición de sus ocupantes una serie de transacciones que les permiten adquirir mayores derechos sobre su vida privada y pública (Gilbert, 2001): mayor injeren- cia en la toma de decisiones, mejor acceso a servicios, conectividad, equipamientos públicos y seguridad. La regularización en la tenencia de la tierra es, en términos prácticos, una oportunidad para incrementar el valor de nuestro suelo urbano y nuestro territorio. El proceso de ordenar el desarrollo a través de políti- cas territoriales que aceleren y faciliten los procesos de regularización corresponde principalmente a los gobier- nos municipales. Estos deben ser capaces de identificar los diversos intereses —comunitarios, medioambienta- les, sociales, públicos, privados, etc.— que conviven en sus localidades, y mediar entre ellos. Todo empieza por dar voz a las necesidades de la población y asegurarse de que tanto las empresas como los organismos que parti- cipan del sector de la vivienda las cumplan por encima de todo, antes de su propio beneficio y de los intereses de sus intermediarios. Una colaboración transversal es indispensable para avanzar en un marco legislativo inclusivo y competente que permita universalizar la certeza jurídica en suelo urbano. Los programas de producción de vivienda social son otra vía legal importante para regularizar la vivienda particular. En gran parte, el éxito de estos programas depende de los canales de acceso al suelo para construc- ción de vivienda. Lo que hace falta son vías para comprar terrenos donde edificar, y donde los organismos naciona- les de vivienda puedan incentivar la autoproducción for- mal y bien regulada. El Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), el Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Fovissste), la Conavi, la Sociedad Hipotecaria Federal: todos ellos

Fovissste permiten financiar la compra de suelo y la construcción de vivienda en terreno propio. La inten- ción es incidir en la creación de un mercado formal de fraccionadores de suelo con servicios. El segundo gran reto de la autoproducción se refiere a la calidad de los inmuebles. Es frecuente que los hoga- res, cuando sonautoconstruidos, se levanten con conoci- mientos técnicos limitados, algunosmateriales precarios o no adecuados para la zona, y sin los procesos construc- tivos óptimos. Es comúnque se construya sin la ayuda de expertos en ingeniería, arquitectura o profesionales de la construcción, lo cual puede resultar en viviendas de poca durabilidad, inadaptadas a las regiones enque se encuen- tran, susceptibles adaños por desastres, inseguras o inade- cuadas para quienes las habitan y las rodean. Durante años, este problema ha desprestigiado a la autoproducción en nuestro país, resaltando sus fallas y riesgos —por ejemplo, después de evaluar los impactos que tuvieron los sismos de 2017 y 2018 en este tipo de vivienda—. Es un error, sin embargo, asumir por ello que no existe una autoproducción responsable, una opciónmás económica, resistente y bien adaptada; un auténtico beneficio social construido por y para cada comunidad. No faltan técnicas ymateriales óptimos para construir, de mano propia, una vivienda resistente no solo a sis- mos, sino también a otros desastres, que sea capaz de ahorrar energía eléctrica, captar agua, procesar y apro- vechar el desperdicio. México es un país con una importante tradición de procesos constructivos, que en cada región cuenta con técnicas y materiales locales durables, de fácil acceso y bajo costo. Hay zonas del país donde conviene más construir una vivienda de adobe —unmaterial térmico y sismorresistente—que de concreto. En otras, un techo

Nuevo espacio público construido en Reynosa, Tamaulipas (Sedatu, Programa de Mejoramiento Urbano, 2020).

Vivienda reconstruida y mejorada con involucramiento de las y los beneficiarios en el proceso de construcción (Conavi, 2020).

De acuerdo con ONU-Hábitat (2017), las ciudades mexicanas aún experimentan un alto ritmo de crecimiento y expansión. El crecimiento demográfico en las próximas décadas dejará como saldo más de 500 nuevas ciudades, las cuales concentrarán alrededor de 80 % de la población nacional antes de 2030, con poblaciones pre- dominantemente pobres. Ante este inquietante panorama, estamos atendiendo los problemas en los asentamientos actuales para evitar que se repliquen amayor escala. En estos centros urbanos, lamayor área de crecimiento se da en la autoproducción de vivienda. En este proceso social, las familias, solas o con ayuda coordinada, dirigen su proyecto de vivienda conforme sus recursos lo permiten y sus necesidades lo dictan. La autoproducción tiene una larga tradición en México —de acuerdo con la Secretaría deDesarrolloAgrario, Territorial yUrbano y la Comisión Nacional de Vivienda (Sedatu-Conavi, 2020), res- ponde amás de 64%de todas las viviendas—y tiene raíces enmotivos socioculturales y en la falta de acceso al financiamiento. Lo anterior ha tenido dos importantes consecuencias: el crecimiento de los asentamientos en las periferias de las ciudades y, en algunos casos, viviendas que no cuentan con estructuras ymateriales adecuados. Sin embargo, reconocer la autoproducción como un fenómeno masivo es reconocer también un área de oportunidad. El primer desafío es acabar con la informalidad y garantizar la regularización en la tenencia del suelo urbanizado. Según las estimaciones del InstitutoNacional de Estadística y Geografía (Inegi, 2018), alrede- dor de 27 % —es decir, unas 6.3 millones— de las viviendas urbanas enMéxico no cuenta con escrituras. Esta situación pone amillones

Vivienda reconstruida con involucramiento de las y los beneficiarios en el proceso de construcción, adaptada a condiciones regionales (Conavi, 2020).

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