Vivienda Infonavit - Suelo - Junio 2021

Las industrias también pelean por espacio y elevan el costo de la tierra; esos empleos se vuelven un imán que atrae gente y, con ello, la demanda de vivienda.

3 Hoy, como enel sigloXIXcon las Leyes delMaíz en Ingla- terra, la extracciónde rentas derivadas del alto costode la tierra es producto de la regulación. Las regulaciones que previenen que se densifiquen las ciudades mantienen artificialmente elevados los precios. Esas regulaciones generan transferencias de recursos de toda la sociedad hacia los pocos propietarios que ponen sus bienes en el mercado. Una transferencia que es en extremo regresiva, pues afectamuchomás a losmás pobres. De acuerdo con el ConsejoNacional deEvaluaciónde laPolíticadeDesa- rrollo Social (Coneval, 2018), enMéxico hay alrededor de 73millones de personas que no tienen acceso almer- cado inmobiliario; es decir, que no pueden adquirir una vivienda. Muchos de ellos usan sus ingresos para pagar rentas elevadas, contribuyendo al caudal de riqueza de unos cuantos favorecidos. Vale la pena repasar el origen histórico de muchas de esas regulaciones sobre la densidad en las ciudades. Históricamente, las ciudades siempre fueron trampas mortales. La esperanza de vida de las personas eramayor en el campo; mayor densidad urbana traía enfermedades derivadas de lamala higiene personal y pública. Durante las revoluciones industriales del siglo XIX, las ciudades se volvieron trampas aún más efectivas, con cargas de enfermedades mayores. Esta situación llevó a que los consejos sanitarios de las ciudades regu- laran el espacio. Se establecieron límites al tamaño de las construcciones, su altura, el tipo de áreas donde podrían construirse, etc. Todo como parte de un esfuerzo porman- tener la densidad poblacional bajo control y disminuir la posibilidad de infección y posterior transmisión de enfermedades. Estas regulaciones se fueron congelando con el tiempo y promulgando de ciudad en ciudad.

En nuestro presente, salvo en situaciones como la pande- mia, muchas de las situacio- nes que dieron origen a estas regulaciones ya no aplican. Las ciudades ya no son las trampas mortales que fueron en el pasado. Mantener congeladasmuchas de

2 Esta resumida historia tendría algo de relevancia solo para aquellos interesados en la historia del pensamien- to económico o de la economía, pero no es así. La tierra está de vuelta como un factor de producción de enorme importancia para el análisis económico y para la toma de decisiones ennuestras sociedades. Por ello, entender su rol histórico echa luz sobre su papel actual. Existen dos razones por las que la tierra ha recupe- rado su importancia: la primera, producto de nuestra urbanización.Más de lamitad de la población global vive en ciudades, un hito en nuestra historia que ha vuelto a esta tierra enun bienmuy escaso y, por lo tanto, caro. Una buena parte de los costos de la vivienda que sufrimos hoy en grandes ciudades, sea la Ciudad deMéxico, Londres, Nueva York o Estocolmo, es producto de esa escasez. Estamos volviendo a las épocas donde la tenencia de la tierra significaba poseer grandes rentas y, con ello, nue- vamente una fuente de desigualdad. La segunda razón es menos visible ahora mismo, pero está presente cuando pensamos en la transición energética. Antes de los combustibles fósiles, nuestras principales fuentes de energía eran

decir, queexpulsanpersonas)y centrípetos (que las atraen). Los centrífugos son cosas como la congestión, la conta- minación o el valor de la vivienda. Los centrípetos son la concentración de industrias que generan empleos codiciados por sumayor valor. Las industrias también pelean por espacio y elevan el costo de la tierra; esos empleos se vuelven un imán que atrae gente y, con ello, la demanda de vivienda. Pronto ambos, empresas y personas, terminan pagando rentas caras e incrementando las ganancias de los modernos rentistas de la tierra. Esta transferencia de recursos se vuelve una fuente natural de varios problemas. En primer lugar, comomen- cionaba en el recorrido histórico de este ensayo, las rentas tienen un efecto desigualador. La propiedad de la tierra, de viviendas o de espacios de uso comercial o industrial se vuelve unflujo constante de ingresos (el flujo de rentas pagadas) y de riqueza (la plusvalía de la tierra). En segundo, se vuelve una distorsión para la activi- dad económica. Por ejemplo, para Estados Unidos, los economistas Enrico Moretti y Chang-Tai Hsieh (2019) han encontrado que los elevados costos de la vivienda en ciudades estadounidenses le costaron a su economía nacional, en el 2009, hasta 13.5 puntos del PIB; es decir, que la economía era 13.5 % más pequeña de lo que hubiera sido en una situación de precios bajos. No contamos con estas estima- ciones para el caso deMéxico, pero no es difícil imaginar que, en lugares como la Ciudad deMéxico, Monterrey oGuadalajara, los efectos de los altos costos de la tierra, y con ello de la vivienda y de espacios de trabajo, tienen efectos en lamisma dirección. Quizás, el empleo en esas ciudades sea significativamente menor a lo que tendría en unas mejores circunstancias. La combinación de “hacer crecer la desigualdad” con “ser un obstáculo para el crecimiento de la economía” tiene efectos nocivos: genera sociedades más estratifi- cadas, conmenormovilidad social, mayor inestabilidad política ymenor eficacia en la disminución de la pobreza. Menos empleos se traducen enmenor crecimiento ymás personas en situación de pobreza. ¿Cómo atender este problema?No existen soluciones fáciles, sobre todo por los altos costos políticos y la resistenciade los interesesquesebeneficiande laextracción de rentas. Sinembargo, dadoque lanaturalezadel problema esenparteartificial, puesobrade la formaenque regulamos elmercadode la tierra, la soluciónestá ennuestrasmanos.

esas regulaciones no beneficia en nada a las ciudades ni a sus habitantes, solo beneficia a aquellos que tie- nen la posesión de un factor de producciónmuy escaso. Densificar las ciudades es un aspecto importante, que mejoraría profundamente la calidad de vida de sus habi- tantes. Tendría un impacto económico positivo: más empleos, más crecimiento, menos personas en pobreza. En otras palabras, tendría un efecto igualador, gracias a la menor concentración de riqueza producto de la extrac- ción de rentas. En el futuro, con el crecimiento de las áreas urba- nas en el mundo, la presión por recursos naturales y la transición energética, el rol de la tierra como factor de producción seguirá recobrando su relevancia. Por ello es importante que ahora no tenga los efectos desiguala- dores que ha tenido a través de la historia. Hacer que la tenencia de la tierra no se vuelva una fuente creciente de extracción de rentas y, con ello, demayor desigualdad, nos obliga a rediseñar nuestra fiscalidad. Por ejemplo, impuestos a la propiedad que reflejen verdaderamente su valor y, sobre todo, un rediseño de las regulaciones sobre el espacio en las ciudades. Ciudadesmás densas son ciu- dadesmás productivas, ciudadesmás productivas harán que la economía del país crezcamás y, así, harán posible una mayor calidad de vida para todas las personas.

los alimentos que consumimos para hacer trabajo físico, el alimento que permite a los animales de trabajo hacer su labor, y la biomasa, fundamentalmente leña. Nuestros energéticos eran intensivos en el uso de tierra: bosques que talar para obtener

leña o para extender las tierras de cultivo. A esta situa- ción, Wrigley (2010) la llamó la restricción fotosintética . En nuestro presente, en una de esas extrañas vueltas de la historia, la transición energética que desesperada- mente buscamos para hacer frente a la crisis climática en el mundo nos hace volver a una situación parecida. Tecnologías como los paneles solares o los aerogene- radores, en la cantidad que se necesitan para satisfacer nuestra demanda de energía, son intensivos en el uso de espacio, de tierra. Concentrémonos en la primera razón, pues es lamás obvia para todos y también la que tienemayores efectos negativos en el corto plazo, así como solucionesmás sen- cillas. ¿Por qué la tierra se ha vuelto escasa en las grandes ciudades? La respuesta obvia es la urbanización y el cre- cimiento de la población que vive en ellas. Sin embargo, hay algomás que solo un númeromayor de gente: es un proceso de aglomeración que involucra no solo personas, sino también empresas. Como bien explican Krugman et al. (1999), las ciudades tienen efectos centrífugos (es

Referencias Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) (2018). Diagnóstico del derecho a la vivienda digna y decorosa. https://www.coneval.org.mx/Evaluacion/IEPSM/Documents/Derechos_Sociales/Estudio_Diag_Vivienda_2018.pdf Fujita, M., Krugman, P. R. y Venables, A. (1999). The spatial economy: Cities, regions, and international trade. Cambridge, Mass: MIT Press. Hsieh, C. T. y Moretti, E. (2019). Housing Constraints and Spatial Misallocation. American Economic Journal: Macroeconomics, 11(2), 1-39. Malthus, T. R. (1798-1846). Ensayo sobre el principio de población. Madrid: Lucas González y Compañía. Ricardo, D. (1817-1911). The Principles of Political Economy and Taxation. London: New York; Dent; E. P. Dutton. Wrigley, E. A. (2010). Energy and the English industrial revolution. Inglaterra: Cambridge University Press.

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