Revista Vivienda Infonavit Año 5, Num 1 (Junio 2021)

MXN/ha (unos 38807 USD/ha) anuales, basados en la disposición de la población a pagar para mantener y conservar dichas áreas. En esta misma línea, Gándara (2004) realiza una valoración económica de los servicios recreativos del parque ecológico Chipinque, en el muni- cipio de SanPedroGarzaGarcía, Nuevo León, estimando un beneficio recreativo anual promedio por hectárea de 9256MXN/ha (467.5 USD/ha). Estos ejemplos sirven para destacar no solo la impor- tancia social y ambiental que significa despojar al suelo de sus ecosistemas, sino para evidenciar que esa pérdida tambiénpuede expresarse en términosmonetarios. Dicha valoración económica permitiría comparar el valor del metro cuadrado del suelo con fines inmobiliarios y de urbanización, frente al valor de los beneficios ambien- tales que este nos ofrece, en la misma perspectiva de

se proveen y gestionan dichos sistemas, así como de la intensidadde sumetabolismourbano (usoque sehagade estos recursos, desde suorigenhasta sudisposiciónfinal). Por tanto, la observaciónurbanahade enfocarse en todas las dimensiones de una ciudad: territorial, ambiental, económica, social, política, etc. En este sentido, conbase en el modelo octagonal de la sostenibilidad 6 elaborado por Lozano et al. (2008), se propone una visiónholística para la observación de la sostenibilidad urbana. En este modelo jueganun rol vital la conjunciónde las y los acto- res públicos, privados y ciudadanos, así como el diseño y cumplimento de la política ambiental (Kraft, 2004). Por tanto, debemos buscar la provisiónde los servicios ambientales en los suelos que aún albergan ecosistemas a través de la reforestación con especies autóctonas, la promoción de la polinización y de los huertos urbanos, la

sostenibilidad urbana. Todavía es posible mitigar sus impactos en la pérdida de servicios ambientales. Aquí cobran sentido todas las iniciativas para minimizar las huellas energética, hídrica y de carbono de las ciuda- des. Son varias las megatendencias tecnológicas a nivel mundial que podemos asimilar localmente, entre ellas innovation to zero y smart is the newgreen (Frost &Sullivan, 2019). La primera incluye propuestas como net zero, zero water runoff y zero waste, que nos invitan a innovar para que nuestras edificaciones sean autosuficientes en agua y energía. Net zero nos reta a desconectarnos de la red eléctrica e hídrica, autogenerando los propios recursos. Zero water runoff es una estrategia en lamisma línea, que nos propone lograr cero escurrimientos con el propósito de generar recursos para el autoconsumo y demitigar la pérdida de infiltraciones al subsuelo. Lamegatendencia de cero residuos implica innovar en el ciclo de vida de los productos para dejar de generar residuos, tanto de parte de la oferta como de la demanda, al evitar el uso de empaques y de la obsolescencia programada, así como un cambio cultural en el modelo de consumo del “úsese y tírese”. Por otra parte, la tendencia smart is the new green invita a incorporar inteligentemente las tecnologíasmás innova- doras, de forma tal que las edificaciones puedan coadyu- var (y no sustituir) en las funciones ecosistémicas, como el uso de pinturas fotocatalíticas, de concreto permeable y de smartflowers , entre otras. El uso de estas tecnologías puede contribuir a la descontaminación atmosférica, el mantenimiento del ciclo hidrológico y laminimización de emisiones, respectivamente, y en conjunto también pueden impactar en la regulación climática. ¿Hasta cuándo dejaremos de considerar al suelo como un recurso inagotable? En conclusión, hemos reflexionado aquí sobre los impac- tos ambientales, sociales y económicos que representa

la pérdida de los ecosistemas vinculados al suelo y, en general, a los territorios. Se pone demanifiesto que el cre- cimiento en la extensión superficial de algunas ciudades en México supera hasta en siete veces su crecimiento poblacional, lo cual es un claro indicador de la depre- dación del suelo, de la desdensificación y, en general, de la expansión de la mancha urbana que considera al territorio como infinito e inagotable. Ante la pregunta: ¿qué perdemos como sociedad cuando el desarrollo urbano depreda el territorio?, se explicaron las valiosas funciones ambientales que los diversos reinos naturales efectúan y que, gracias a sus dinámicas complejas y sistémicas, nos proveen de una serie de servicios ambientales cuya conservación y permanencia es requisito indispensable no solo para la vida urbana, sino para nuestra existencia y la de las futuras generaciones. Se contrastó y constató que el valor de suelo debería internalizar el valor de los servicios ambientales en la búsqueda de soluciones más eficientes y sustentables en su uso, en vez de solamente considerar el valor del suelo en los mercados de la urbanización y la edifi- cación. La sostenibilidad urbana brinda una visión estratégica para asegurar la permanencia en la provi- sión de servicios ambientales tanto en los ecosistemas externos como en los que se encuentran al interior de los espacios urbanos. Asimismo, la aplicación inteligente de la tecnología en el ámbito urbano puede coadyuvar en lamitigación de nuestros impactos en el ambiente. Además de la gober- nanza urbana, donde es vital el diálogo entre las y los actores públicos, privados y ciudadanos, es indispensable contar con instrumentos, normas, programas, etc., que incentiven la correcta gestión del suelo, de forma que se garantice el eficiente funcionamiento del entorno natural dentro y fuera de nuestras ciudades.

una toma de decisiones basada en un análisis costo-beneficio, o bien, desde el punto de vista privado del mercado del suelo. Ello debiera constituir una herramienta valiosa para el diseño de políticas públicas de uso del suelomás eficientes y sostenibles, 4 así como para fomentar una toma de decisiones más consciente entre las y los actores públi- cos y privados. En los párrafos anteriores se ha hecho énfasis en el nuevo suelo que se va añadiendo en los márgenes de las marcas urbanas, pero ¿qué sucede con el suelo no edificado y no edifica- ble al interior de los núcleos urbanos? Pensemos, por ejemplo, en cañadas, cuencas, áreas verdes, parques, came- llones, lotes baldíos, corredores, etc.; ¿cómo recuperamos la provisión de servicios ambientales o mitigamos y afrontamos pérdidas y riesgos

prevenciónde incendios, quema de lotes baldíos y camellones; la conservaciónde cuencas y escurrimientos, impidiendo la canalización de afluentes; y la pro- hibición y penalización del vertido de aguas residuales y residuos al ambiente, entre otrasmedidas y acciones. De igual forma, seaprendede lasbue- nas prácticas y experiencias que otras ciudades puedencompartir, como la ini- ciativa “Vitoriaverdepor fuera, verdepor dentro”, enVitoria-Gasteiz (PaísVasco, España), que después de lograr unanillo verde alrededor de la ciudad, ahora se enfoca en introducir corredores bioló- gicos 7 al interior del área urbana, sus- tituyendo vialidades por áreas verdes y rescatando las cuencas canalizadas enel pasado (Ibarrondo, 2013). Otra experiencia positiva es la reconversión del suelo urbanizado a parques urbanos, como el Parque

Las ciudades son constructos humanos que concentran fenómenos complejos con sistemas que interactúan entre sí: movilidad, seguridad, vivienda, información, residuos, etc.; y donde cada habitante consume recursos (territorio, agua, alimentos, energía, entre otros).

derivados de la urbanización y del propio metabolismo urbano? La respuesta no es nueva, ha sido expuesta en diversos foros internacionales (ONU-Hábitat, 2009), conceptualizada e investigada por diversos autores (i.e. Worldwatch Institute, 2016; Garrido y Gándara, 2016; Garrido y Gándara, 2013), y puesta en práctica en varias ciudades: 5 se trata de la sostenibilidad urbana . La ciudad sostenible Como expone Gándara (2013), las ciudades son cons- tructos humanos que concentran fenómenos complejos con sistemas que interactúan entre sí: movilidad, segu- ridad, vivienda, información, residuos, etc.; ydonde cada habitante consume recursos (territorio, agua, alimentos, energía, entre otros). Así que una ciudadpuede orientar- se hacia la sostenibilidad, en función de la forma como

Fundidora, enMonterrey, donde se recuperaron 144 hec- táreas de suelo industrial, y que desde 1988 se administra como un organismo público descentralizado a través del Fideicomiso Fundidora. Otro ejemplomás reciente en la administración de parques urbanos mediante la figura del fideicomiso —que permite la convergencia y diálogo entre las y los ciudadanos, la iniciativa privada y la admi- nistración pública—es el proyecto ParqueMetropolitano Tres Presas, en Chihuahua. Sin duda, la participación ciudadana es clave en la materialización de las políticas y programas ambientales, como la plataforma ciudadana Unidos por El Huajuco, que busca una gobernanza para el desarrollourbano sostenible en laDelegaciónHuajuco del municipiodeMonterrey (Montemayor yGándara, 2018). Por su parte, las superficies construidas también pueden jugar un papel importante en la senda hacia la

Los trabajos de Costanza et al. (1997) constituyen un hito a nivel mundial, al analizar, por primera vez, una valoración económica de los servicios ambientales ofrecidos por los ecosistemas del planeta.

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