Revista Vivienda Infonavit Año 5, Num 1 (Junio 2021)

Por lo general, pensamos ynos preocupamos enmayormedida de las dos primeras, ya que son las que vemos (flora y fauna), pero igual- mente importantes son las que no vemos (micobiota ymicrobiota). Las conexiones sistémicas entre estos cinco reinos, en conjunto con el reinomine- ral, permiten el funcionamiento ymanteni- miento de las funciones ambientales, como el ciclo de los nutrientes, el control biológico de enfermedades y plagas, la descomposición de contaminantes, la regulación de gases en la atmósfera y el ciclo hidrológico, solo por ejemplificar algunas. Por ello, su existencia, conservación, fortalecimiento y herencia son no solo un compromisomoral, sino una responsabilidad y una ocupación de las gene- raciones presentes y futuras. Pensemos por un momento en lo que sucede, por ejemplo, en un incendio o en un desmonte o desbroce. En estos últimos, los daños son superficiales, afectando enmayor medida la flora y la fauna. Sin embargo, en el caso del primero, los daños son más graves, afectando de manera superficial e interna no solo a la flora y a la fauna, sino también a la micobiota y a la microbiota. En conse- cuencia, la recuperación de los ecosistemas tras un incendio suele darse en el muy largo plazo, en el mejor de los casos (Secretariat of the Convention on Biological Diversity, 2001). De hecho, como explica la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), es una percepción errónea que el suelo sea renovable en la escala de tiempo humana, ya que se calcula que una capa de suelo de un centímetro de espesor puede tar- dar alrededor de cien años en formarse. Su degradación puede explicarse, al menos en parte, por la ausencia de políticas públicas que lo consideren un recurso patrimonial y ambiental de primer orden (Semarnat, 2015). Ahora, pensemos en lo que sucede con estas funciones ambientales cuando sustituimos el suelo con concreto, asfalto y ladrillos. La res- puesta es obvia: desaparecen por completo. En la actualidad tenemos unmayor cono- cimiento sobre las complejas interconexio- nes entre los seres vivos de los cinco reinos naturales y, por tanto, de las implicaciones de intervenir o afectar los territorios que les albergan. Por ejemplo, preguntémonos, ¿por qué el perezoso desciende al suelo a defe- car, exponiéndose así a sus depredadores?

La respuesta nos llevará a descubrir que, en sí mismo, el perezoso es un ecosistema que alberga una sorprendente biodiversidad en su pelaje, y es por la superviviencia del eco- sistema completo que el perezoso se expone ante los depredadores (Fountain et al., 2017). Este fascinante caso sirve para ejem- plificar el complejo mundo de intercone- xiones entre especies a lo largo y ancho de los territorios. 1 Así, la sana existencia de las relaciones sistémicas entre dichos reinos naturales permitirá, en el corto, mediano y largo plazo, el mantenimiento de las diversas funciones ambientales, garantizando que tanto los territorios como los ecosistemas que en ellos se albergan continúen ofrecién- donos diversos servicios ambientales, como hábitat y sitios de reproducción de especies, paisaje, áreas de recreación, valores cultura- les, control de la erosión, permeo de impactos ambientales, regulación del clima, fertilidad del suelo, biomimesis, tratamiento de dese- chos, polinización, provisión de alimentos y materiales, bancos de información gené- tica, entre otros (Belausteguigoitia, 2003; Costanza et al ., 1997; Gándara, 2008; Liu et al., 2010; Semarnat, 2015;WRI, 2008). El valor económico de las funciones ambientales del suelo Esmucho lo que perdemos socioambiental- mente al urbanizar el nuevo suelo disponi- ble, pues dicha transformación será incapaz de sostener sus funciones y de ofrecer esta variada gama de servicios ambientales. Lo más común en las decisiones del mercado del suelo es que estas únicamente consideren el valor del suelo como un bien inmueble, es decir, su valor de uso para urbanización o edificabilidad; en otras palabras, el valor del metro cuadrado en elmercado del suelo para construir en él avenidas, aceras, viviendas, edificios, naves industriales, aeropuertos, etc. Difícilmente encontraremos internalizado en el valor del metro cuadrado de tierra, los valores económicos por sus funciones y ser- vicios ambientales. De hecho, la razón de tal omisión estámás decantada en los fallos del mercado—eneste caso los de las externalida- des positivas—que en el desconocimiento o la ausencia demecanismos para ello. Enefecto, lasherramientas ymetodologías de la ciencia económica para la valoración ambiental estándisponibles desdemediados

del sigloXX, como el costo de viaje, el costo de oportunidad, la estimación de funciones de producción, de utilidad y de precios hedóni- cos; y otras recientemente, como la valora- ción contingente, entre otras (Azqueta, 1994; Kolstad, 2000b; Tietenberg, 2003). Respecto de la valoración económica del ambiente, los trabajos de Costanza et al. (1997) constituyen un hito a nivel mundial, al analizar, por primera vez, una valoración económica de los servicios ambientales ofre- cidos por los ecosistemas del planeta. Estos fueron valorados en un promedio de 33 billo- nes de dólares estadounidenses (10 12 ), canti- dad 1.83 vecesmayor al valor del PIBmundial en el mismo año de referencia. Como argumentan las y los autores, los servicios de los sistemas ecológicos y las reservas de capital natural que los produ- cen son fundamentales para el funciona- miento del sistema de sustento de la vida en la Tierra, ya que contribuyen, directa e indi- rectamente, en el bienestar humano, y, por lo tanto, representan parte del valor económico total del planeta. Los resultados incluyen las estimaciones del valor económico de 17 ser- vicios ambientales para 16 biomas. Para toda la biosfera, el valor se estimó en el rango de 16 a 54 billones de dólares estadounidenses (10 12 ) por año, la mayor parte fuera del sis- tema demercado. En México se cuenta con estudios, investigaciones, reportes y publicaciones sobre diversas aplicaciones de valoración económica del ambiente y de muy especí- ficos servicios ambientales. Sanjurjo e Islas (2007) reúnen las experiencias del Instituto Nacional de Ecología (INE) en la valora- ción económica de los ecosistemas para la toma de decisiones, mientras que Carabias (2003) expone el estado de la valoración económica y conservación de la biodiversi- dad enMéxico. Por su parte, Noriega (2002) toma los valores reportados por Costanza y los transfiere a los ecosistemas circundantes a la zonametropolitana deMonterrey, enuna extensión de 375748 hectáreas, estimando en 88.5 millones de dólares anuales (227.7 USD/ha) el valor de los servicios ambientales ofrecidos por los biomas del matorral y pas- tizales, bosque templado, vegetación urbana, vegetación de galería y zonas agrícolas. A nivel regional y local podemos encon- trar valoraciones de servicios ambientales

muy específicos. Por ejemplo, Bolaños (2007) estima el valor de los servicios hidro- lógicos 2 ofrecidos por los ecosistemas repre- sentativos de la Sierra Gorda en el estado de Querétaro. Los valores anuales de dichos servicios ambientales se encuentran entre 98 USD/ha y 1730USD/ha para las cuencas El Chuveje y Arroyo Real. Otro ejemplo es el de Lucio y Gándara (2016), quienes presentan una valoración de los servicios ecosistémicos de biodiversidad y paisaje provistos por el Área de Protecciónde Flora yFaunaMaderas del Carmen, en el estado deCoahuila, mismos que oscilan entre 184USD/ha y 419USD/ha. Esta área es hábitat de especies endémicas y en peligro de extinción, y fue designada la primera área silvestre deAmérica Latina. Los resultados indicanuna valoración anual, para el servicio ambiental de biodiversidad, de entre 109 USD/ha y 249 USD/ha, mientras que, para el paisaje, los valores se encuentran entre 86 USD/ha y 196 USD/ha. Por otra parte, Gándara et al. (2006) ana- lizan la valoración de un servicio ambiental muy particular como es el control natural de plagas ofrecido por la colonia demurciélagos ( Tadarida brasiliensis ) que habita la Cueva de la Boca en el municipio de Santiago, Nuevo León. De acuerdo con información primaria y secundaria sobre la importancia econó- mica de los cultivos de sorgo, maíz, cítricos y nuez en la zona de influencia, y acerca de la intensidad en la aplicación de compuestos químicos para el control de sus plagas, el valor económico de este servicio ambiental es de entre 6.5 y 16.5millones de pesos anuales, con un valor promedio de 260pesos por hectárea para estos cultivos (unos 13USD/ha). En cuanto a conexiones más directas al ámbito urbano, 3 Del Río et al. (2014) estudian la valoración económica de los beneficios sociales y ambientales que proveen áreas verdes en las 17 colonias del DistritoTec en la ciudad de Monterrey. La superficie total de dicho polígono es de 437 hectáreas, de las cuales solo 3 % es área verde, es decir, 132964 m 2 . Las áreas verdes urbanas ofrecen diver- sos beneficios y servicios a la sociedad, al dar imagen e identidad a las ciudades, ser zonas de recreación social, hábitat de animales y plantas, además de ofrecer servicios ambien- tales tales como retención de agua, microcli- mas y disminución de ruido. Los resultados contabilizan un valor promedio de 768377

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