La escuela es, junto con la familia, una de las instituciones sociales que mayor impacto tienen en el presente y el futuro de las generaciones más jóvenes y, sin embargo, el éxito de su proyecto está hipotecado a las relaciones con las instituciones de su entorno y a la colaboración recíproca. La escuela escolariza, pero la escuela sola no educa. Era obvio antes de la pandemia y se confirma con los aprendizajes desarrollados en este proyecto: La Escuela, lo Primero… Pero la escuela sola no, nunca. En los excepcionales cursos escolares 2019-2020 y 2020-2021, se fracturaron relaciones y proyectos entre la escuela y otras instituciones, aunque también se produjo el auge de la colaboración informal. Estos dos grandes ejes han definido las relaciones con el entorno, la necesidad de crear nuevas alianzas y el aprendizaje resultante. Debido a las medidas sanitarias y a las restricciones de aforos y de movilidad, los proyectos entre agentes externos se vieron pospuestos (cuando no cancelados) en su mayoría o se adaptaron a un formato digital que no siempre tuvo el alcance deseado, lo que, en cualquier caso, impactó de forma negativa en el alumnado. Un claro ejemplo fueron las prácticas de empresa de los ciclos de Formación Profesional (incluida la básica), que se vieron totalmente afectadas. Las escuelas, por tanto, tuvieron que agudizar su ingenio para encontrar soluciones. Lo cercano y conocido resultó eficiente y factible. A través de políticas locales y lazos de colaboración informal, fue posible revitalizar espacios para el estudio, abrir plazas y soportales como nuevas aulas y patios de recreo o coordinar horarios de actividades al aire libre en parques y otras zonas recreativas. Por otro lado, los lazos entre instituciones sanitarias y educativas se vieron reforzados o se generaron por primera vez. Independientemente de la comunidad o de que se pudieran haber desarrollado en algunos casos protocolos más eficaces, hubo comunicación continua sobre casos y rastreos a través de la figura del responsable Covid de diferentes instituciones y a través del personal sanitario (centros de salud, enfermeros, etc.), responsables de formar e informar a la comunidad educativa. La escuela ha echado de menos la relación con ludotecas, bibliotecas, empresas, centros de trabajo, residencias, asociaciones, eventos culturales y deportivos, etc., para exponer y compartir sus aprendizajes. Pero la escuela ha demostrado que puede y debe ser un escudo contra la inequidad y el aislamiento y, junto con las familias, ha evidenciado la importancia y el impacto positivo de educar en colaboración; así, ha despertado el paradigma y el potencial de las alianzas y el trabajo en red para crecer en sociedad.
LAS VOCES DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA
Juan Alfonso Belmontes García Profesor de ESO, Madrid
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