Balance de la primera edición de 'La escuela, lo primero'

El cierre de las escuelas puso de manifiesto uno de los grandes retos de los sistemas educativos actuales: la importancia de trabajar de forma autorregulada y desarrollar las habilidades necesarias para el siglo xxi. Entre ellas, la autonomía y la iniciativa personal o la aptitud para aprender a aprender son competencias transversales imprescindibles no solo para el éxito académico, sino también para el desarrollo socioemocional. La autonomía crece cuando somos capaces de aprender sobre nuestro proceso de aprendizaje, cuando nos hacemos conscientes de los mecanismos y estrategias que nos ayudan a aprender más y mejor y cuando aplicamos esos aprendizajes en otras situaciones y contextos. El camino hacia la autorregulación del aprendizaje es quizás uno de los procesos de mayor implicación cognitiva y, si bien se hizo imprescindible para garantizar la enseñanza en los meses de confinamiento y desescalada, su cumplimiento se asienta en los pilares de una educación integral, holística, eficaz, eficiente y práctica del siglo xxi. Todo indica que, para cualquiera de los escenarios futuribles de escuelas y sistemas educativos, la autorregulación del aprendizaje y la capacidad de aprender a aprender serán, junto con el trabajo en equipo, el liderazgo y la creatividad, los grandes ejes para la construcción del conocimiento y el desarrollo integral de la ciudadanía.

LAS VOCES DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA

Marta María Álvarez Directora y profesora de Educación Infantil y Primaria, Oviedo

«Debería cambiar la formación permanente del profesorado y el currículo. Debería considerarse lo fundamental, partiendo del interés de los alumnos, recopilando sus investigaciones y sus trabajos como evidencias de un aprendizaje autónomo y significativo, ya que, cuando un niño aprende con autonomía, sabe qué está haciendo y sabe qué tiene que conseguir al final del proceso».

Natalia Galve Roperh Jefa de estudios de ESO, Madrid

«Uno de los mayores desafíos, por una parte, es que las familias responsabilicen a sus hijos de su propio proceso educativo, haciendo ellas una labor de supervisión únicamente y, por otra, nuestra nueva relación con los dispositivos y recursos tecnológicos. Necesitamos cambiar la perspectiva de control y metodología de uso».

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