En marzo de 2020 se produjo un fenómeno paradójico. Mientras que las escuelas cerraron, las familias tuvieron la oportunidad de introducirse en el día a día del aula a través de la pantalla y conocieron de primera mano los mensajes que sostuvieron el proceso de enseñanza y aprendizaje en la pandemia. Aunque la situación, lejos de la normalidad, fue excepcional, el impacto de la relación de las familias y el profesorado constató la necesidad de colaboración para sostener el ritmo educativo. Las familias descubrieron una nueva faceta de las escuelas y los docentes, así como la necesaria sinergia para avanzar en el bienestar académico y emocional de los estudiantes. La relación entre escuela y familia no fue un consejo, sino un imperativo. El proyecto de las escuelas solo tiene sentido si es de todos. Debemos rediseñarlo y actualizarlo con dinámicas participativas en las que las familias puedan acercarse a conocerlo. La AMPA ha perdido su valor como estructura única de participación para las familias; ni puede ser la única ni debe ser el principal vínculo institucional. El poder de una mayor participación de la familia en el centro escolar radica en dar valor a lo extracurricular, que está relacionado con lo curricular, pero extiende la formación fuera del horario lectivo oficial y coloca a la escuela como centro de referencia de aprendizaje con diferentes posibilidades educativas.
Aprovechemos las semanas culturales o cualquier otra excusa para que las familias puedan participar, de forma activa.
LAS VOCES DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA
Eva Sánchez Palomo Profesora de ESO, Madrid
«La figura del tutor es fundamental, es el primer contacto y el que tiene el conocimiento de las familias, de los alumnos y de sus peculiaridades. Los alumnos que necesitan sentirse que forman parte de la comunidad suelen ser aquellos cuyas familias no participan en el centro. Lo que pretendemos desde las tutorías es conocer a los alumnos y a las familias para saber qué necesitan, para poder ayudarles e integrales».
Carmen Pellicer Pedagoga, escritora y presidente de la Fundación Trilema
«Lo más importante es la coherencia en el discurso, los valores, las pretensiones y las expectativas que tienen la familia y la escuela sobre los niños y las niñas. La clave es conocer bien el estilo parental que tienen los niños para poder hacer la personalización del aprendizaje, que creo que es uno de los grandes desafíos de
[Escriba aquí]
Made with FlippingBook - Online Brochure Maker