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Introducción
ductos, la necesidad de crear una imagen de marca que les distinga de las meras commodities , aumen- tar la sofisticación vía diseño de los productos y conocimiento de los mercados , tanto de los ya cono- cidos como de los que ofrecen gran capacidad de ex- pansión como los BRIC en general y China en particular. Todo ello exige contar con trabajadores preparados y formados , pero no solo con el capital humano que se obtiene en las aulas sino, sobre todo, con el que se obtiene en el puesto de trabajo que, además, cambia a ritmos acelerados a medida que la empresa reinven- ta su modelo de negocio . Solo cuando se combina el capital humano genérico con el específico es posible sacar todo el rendimiento potencial a la fuerza de tra- bajo. Para llevar adelante estos nuevos retos hace fal- ta también introducir cambios —muchas veces drásti- cos— en la organización de las empresas. Y ello exige, en la mayoría de los casos, cambios en el organigrama y una nueva forma de trabajar, donde las decisiones se toman de forma más horizontal, el trabajo en equipo se convierte en imprescindible y la multiculturalidad y la multidisciplinaridad de los equipos serán la norma, y no la excepción como hasta fechas recientes. Por las razones anteriores, el análisis del impacto del uso de las TIC sobre el crecimiento económi- co —sobre todo en las economías avanzadas— hizo evidente que existen relaciones de complementa- riedad entre el gasto realizado en éstas y en otras actividades, gastos que resultan imprescindibles si se quiere extraer todo el potencial de avance en la productividad que incorporan . Las empresas e institu- ciones que introducían nuevos equipos y aplicaciones informáticas pronto se percataron de que era necesario acompañar las inversiones con un cambio organizativo del que se derivaban gastos adicionales en múltiples frentes: educación y formación específica de los traba- jadores, creación y potenciación de la marca, fideliza- ción de clientes, y otros gastos realizados en el seno de la empresa o subcontratados en el mercado. En otras palabras, acompañando a la inversión en TIC había que añadir una cifra de inversión parecida en gasto comple- mentario necesario para aprovechar todo su potencial. La importancia creciente de la economía del conoci- miento tanto desde la perspectiva del largo plazo — en la que ocupa una fracción creciente de las activida- des de las sociedades avanzadas— como por su mejor comportamiento frente a las industrias que no utilizan de forma intensiva estos activos, justifica el esfuerzo por mejorar la medición de los factores productivos implicados en su desarrollo . Entre dichos factores, además del capital físico, humano y científico-técnico, existe un conocimiento acumulado en las empresas e instituciones que ha venido a denominarse capital in- tangible por no contar con un reflejo inmediato en un activo que se pueda tocar y, sin embargo, ser de una gran relevancia para la productividad y competitividad de una economía.
La mayoría de las actividades ligadas a lo que hoy se denominan activos intangibles han estado presen- tes —de una forma u otra— en el funcionamiento del sistema económico al menos desde la revolución in- dustrial . Este es el caso de las actividades ligadas a la investigación y desarrollo (I+D) , a las mejoras organi- zativas, a los gastos en publicidad destinados a mejo- rar la imagen de marca, o a la formación de los traba- jadores en el interior de las empresas con la finalidad de aumentar su encaje en el sistema productivo y, por tanto, su productividad. Sin embargo, otros —como el software y el tratamiento eficiente de las bases de datos— son de aparición más reciente . Lo que ha cambiado no es tanto la aparición de nuevos activos —si se exceptúa el software — sino la constata- ción de que muchos de los gastos que tradicionalmente han venido realizando las empresas tenían un impacto duradero sobre el crecimiento del output y la producti- vidad muy superior al que se le había reconocido hasta el momento. EL GRAN CAMBIO ES QUE EL GASTO EN BIENES INTANGIBLES HA PASADO A TENER LA MISMA CONSIDERACIÓN QUE EL REALIZADO EN LA ADQUISICIÓN DE MAQUINARIA, EQUIPO, O EN LA CONSTRUCCIÓN DE FÁBRICAS, TALLERES O LOCALES COMERCIALES. Los intangibles han pasado de recibir el modesto tratamiento de consumos intermedios a otro más relevante, el de bienes de inversión, incorporándo- se con pleno derecho al selecto grupo de las denomina- das fuentes del crecimiento, junto con la acumulación de capital humano, las nuevas tecnologías de la infor- mación y la comunicación (TIC) y el resto de capital no ligado a las mismas entre los que destacan las construc- ciones junto con la maquinaria y el equipo.
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