ANUARIO COTEC 2021
CAP II
LA CONVERSACIÓN
P 194
Todas las generaciones han querido cambiar el mundo. Algunas lo han conseguido, otras no. Todas se han quejado de que sus mayores no les entienden. Cristina Garmendia, presidenta de la Fundación Cotec para la innovación, se sienta a escuchar a cuatro jóvenes activistas preocupados por el futuro del Planeta. Tres chicas y un chico de 18 a 24 años comprometidos con cambiar las cosas. En su caso, cambiar el mundo significa salvarlo, preservar un lugar habitable para su futuro. La conversación se produce un 23 de febrero en el Real Jardín Botánico de Madrid.
Manuela, Rodrigo, Pati y Koro son defensores de una causa noble y urgente: la salvación del Planeta. Cada uno a su manera piensa que la generación anterior le está dejando en herencia un ecosistema destruido y una vida amenazada por desastres climáticos y pandemias. Han salido a la calle a protestar, han ido al Congreso, han hecho huelgas por el clima, han colaborado con Greta Thunberg. A pesar de todo eso están convencidos de que no se les toma en serio. “Demasiada gente quiere oírnos y hacerse la foto para después no hacer nada”, dicen. Después de un año de pandemia la preocupación por el Planeta ha pasado a un segundo plano. Según un estudio del Laboratorio de Economía del Comportamiento de la Fundación Cotec, la emergencia sanitaria ha relegado al medio ambiente a las últimas posiciones entre las prioridades de gasto público de los españoles. Las palabras son importantes, y hasta los tiempos verbales. Koro cree que se ha entendido que la pandemia era una emergencia global porque se ha tratado con la suficiente alarma, se han dado
continuamente datos muy verificados y, de esa forma, se ha conseguido, entre otras cosas, aplacar el negacionismo. “El medio ambiente sigue siendo residual en los medios y da la impresión de que no es tan grave. Hay cosas menos importantes a las que se le ha dado tratamiento de crisis”, dice. Pati y Manuela añaden que la denominación cambio climático es muy suave, no es suficientemente dramática. “Hay que empezar a hablar ya de crisis climática”, coinciden. Manuela pide que se deje de usar el futuro para referirse a las consecuencias del calentamiento global. “No es lo que va a pasar en el Planeta, es lo que está pasando ya. Hay poblaciones enteras obligadas a emigrar por desastres naturales”. Le gustaría que en los telediarios se les llamara refugiados o damnificados climáticos y no simplemente víctimas. Pati ensaya una analogía para hacer su diagnóstico del estado de la cuestión. Imagina que hay un incendio en su edificio y llegan los bomberos,
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