COMPETENCIAS DIGITALES Y COLECTIVOS EN RIESGO DE EXCLUSIÓN EN ESPAÑA
5.2. Grado de confianza en Internet
existir unos patrones tan claros como en otras respuestas. Por lo general, las mujeres parecen estar más de acuerdo que los hombres con que la innovación aumenta la desigualdad social. Asimismo, por grupos de edad, tanto los más jóvenes como los más mayores, muestran estar algo menos de acuerdo con que la innovación genera desigualdad que las personas de edades medias. Por nivel educativo alcanzado apenas se observan diferencias, y por situación laboral los parados son los que más de acuerdo están con que la innovación genera desigualdad. Otra cuestión sobre la innovación que analiza la encuesta es si el entrevistado la considera o no como algo positivo. El 77,3 % así lo considera. Por lo general, los universitarios, estudiantes, hombres, trabajadores autónomos y trabajadores por cuenta propia, así como las personas de edades medias, son los que con mayor frecuencia consideran la innovación como un fenómeno positivo (gráfico 46), al contrario que los jubilados, parados y sobre todo personas sin estudios o con estudios primarios. En general, entre 2019 y 2020 ha descendido muy ligeramente el porcentaje de personas que se consideran capacitadas para competir en un mercado laboral automatizado (51,1 % vs. 49,6 %), mientras que el porcentaje que cree que su trabajo actual no podría ser realizado por un robot/ ordenador en los próximos 15 años ha pasado de un 50,1 % a un 53,9 %. La percepción sobre si la innovación tecnológica aumenta la desigualdad social se ha mantenido bastante estable y las personas que creen que la innovación es positiva ha aumentado de un 73,1 % a un 77,3 %.
Otra cuestión de interés que puede ser analizada con la Encuesta TIC-H del INE para el año 2020 es el grado de confianza en Internet. Entre las personas que han utilizado Internet en los últimos 3 meses, casi un 55 % muestran bastante confianza y un 4,5 % tienen mucha confianza (gráfico 47). Por lo tanto, alrededor de 41 % de los usuarios manifiestan poca o nada de confianza en Internet. Al igual que en la mayoría de los indicadores observados, apenas se perciben diferencias por sexo y nacionalidad, y a medida que aumenta la edad o disminuye el nivel de estudios o «empeora» la situación laboral, también se observa una mayor propensión a no confiar en Internet. Las mayores diferencias de los grupos considerados se observan entre inactivos y estudiantes. En esta comparación se comprueba que los estudiantes son los que más confían en Internet. Es de destacar la relación que se observa por grupos en el sentido de que los que menos confianza tienen en Internet son lo que muestran también menos habilidades digitales. Buena parte de la desconfianza en Internet puede venir justificada por malas experiencias previas, como por ejemplo haber experimentado problemas de seguridad. Esta dimensión se analiza a través de la Escuela TIC a hogares del INE en su edición de 2019, ya que este apartado no se recoge en la encuesta actual de 2020 al no tener una periodicidad anual definida por Eurostat. En el gráfico 48 se muestran distintos tipos de problemas de seguridad experimentados por los internautas, siendo los más habituales la recepción de mensajes fraudulentos (21,1 %) y la redirección a páginas web falsas que solicitan información personal (18,7 %). Por debajo del 3,5 % se sitúan el resto de problemas considerados.
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