Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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Parecería que un “objeto piel” debe incorporarse muy tempranamente en el desarrollo mental. Esta incorporación hace posible que se cree un espacio dentro del sí mismo para que el mecanismo de identificación proyectiva, como método primario de comunicación no verbal entre la madre y el bebé que busca la desintoxicación y el sentido), pueda funcionar sin impedimentos. De hecho, el trabajo de Mauro Mancia (1981) defiende la noción de una piel psíquica en el útero. Herbert Rosenfeld (1971/1988) escribió pródigamente sobre la identificación proyectiva, y su definición, que ya se considera clásica, merece ser citada por completo: “La ‘identificación proyectiva’ se relaciona ante todo con un proceso de escisión del yo más temprano. Cualquiera de las partes malas o buenas del sí mismo es disociada del yo y, en un paso ulterior, proyectada dentro de los objetos externos con amor u odio. Esto conduce a la fusión e identificación de las partes proyectadas del sí mismo con los objetos externos. Estos procesos se relacionan con importantes angustias paranoides, ya que los objetos, si son ocupados con las partes agresivas del sí mismo, se vuelven luego persecutorios y se los vive como amenazantemente retaliativos al retornar sobre este sí mismo las partes malas antes proyectadas.” (1988; p. 117) Muy influenciada por las ideas de Bion, Betty Joseph realizó aportes adicionales que dirigen nuestra atención a la naturaleza y función de la identificación proyectiva en el encuadre analítico. Joseph (1998) se dio cuenta de que, en la sesión, el paciente inconscientemente induce o “empuja” al analista a participar en varios enactments (“actuaciones”), lo que puede derivar en que el analista se sienta demasiado cómodo con el paciente o que se vuelva innecesariamente duro. Estas presiones toman la forma de pequeñas identificaciones proyectivas de aspectos del paciente, o de los objetos del paciente, sobre el analista mediante el uso del lenguaje verbal, el tono, el tempo y las indicaciones inefables. En otras palabras, pensó que el paciente creaba una atmósfera que tenía un efecto real en el analista. Esto refuerza la noción de Bion de “identificación proyectiva realista”. De esta manera, Joseph subrayó el vínculo entre la identificación proyectiva y la transferencia. Spillius (2007) señala tres ideas centrales de uso actual en relación con la identificación proyectiva. Primero, que se trata de una fantasía inconsciente que puede actualizarse mediante una actividad evocadora, aunque esta última no sea una parte necesaria de su definición. En segundo lugar, que cualquier intento de distinguir entre “proyección” e “identificación proyectiva” es probablemente inútil. Y tercero, que la contratransferencia es en gran medida una respuesta a las identificaciones proyectivas del paciente.

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