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D. Meltzer puede considerarse como el psicoanalista que transmitió a las nuevas generaciones una síntesis de los descubrimientos de Freud, Klein y Bion en la práctica clínica y la metapsicología (Meltzer, 1978). Entre muchos otros, Salomon Resnik (1999, 2006, 2011), Mireille Fognini (2014), José Luis Goyena (2020, 2012), Florence Guignard (2017-2020, 2021), François Lévy (2014) en Francia; y Mauro Mancia (1981, 2004, 2006), Claudio Neri (2006, 2013), Fernando Riolo (2019), Antonio Ferro (2017) y Giuseppe Civitarese (2017) en Italia, emplearon los avances psicoanalíticos de Bion en su práctica clínica y siguieron enseñándolos en sus respectivas sociedades psicoanalíticas y en sus círculos de influencia. En Suecia, Johan Norman (2001), Björn Salomonsson y Majlis Winberg-Salomonsson (2014, 2016) también desarrollaron nuevas formas de aplicación de las ideas de Bion. (Ver más abajo: “Identificación proyectiva en el trabajo analítico”).
II. B. Desarrollos norteamericanos del concepto
En los Estados Unidos, Otto Kernberg (1987, p. 94), sin perder la visión de Klein de la identificación proyectiva como una defensa patológica, la describe como una secuencia de cuatro estadios en que: (i) el sujeto que proyecta expulsa aspectos intolerables de la experiencia intrapsíquica sobre el objeto receptivo; (ii) el sujeto mantiene empatía con lo que se proyecta; (iii) en un movimiento defensivo para controlar la angustia que provoca esta expulsión, el sujeto intenta controlar el objeto; y (iv) el sujeto induce en el objeto lo que en su momento fue expulsado sobre este objeto, a través de una interacción real con el objeto receptivo. Algunos analistas de América del Norte, que trabajan desde una perspectiva interpersonal/relacional , han llegado a ver la identificación proyectiva como un proceso bidireccional que no es meramente una fantasía (punto de vista de Klein), sino que comprende una interacción real entre el paciente y el analista. En esta línea, Ogden (1982) entiende la identificación proyectiva como una forma de intercambio entre paciente y analista, que puede ser de naturaleza más o menos patológica dependiendo de la naturaleza de los contenidos mentales expulsados. Describe el proceso de la siguiente manera: “El proyector tiene la fantasía principalmente inconsciente de despojarse de una parte de sí mismo no deseada o en peligro (entre los que se incluyen los objetos internos) y de depositar esa parte en otra persona de forma extremadamente controladora. Se siente que la parte proyectada del sí mismo está parcialmente perdida y que habita en la otra persona. En asociación con esta fantasía proyectiva inconsciente, existe una interacción interpersonal por medio de la cual se presiona al receptor a pensar, sentir y comportarse de
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