Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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término “depósito” para ayudar a explicar cómo la ira se transmite de generación en generación: cómo adultos traumatizados por experiencias como la guerra o los genocidios que amenazan las identidades de los grandes grupos, depositan autoimágenes traumatizadas en las psiques en desarrollo de sus hijos. Grotstein (2004), desde una perspectiva bioniana, señala el uso desenfrenado de la identificación proyectiva que emplearon los colonos para subyugar a los pueblos indígenas, basándose en un presunto imperativo moral para purificar a los paganos. Kernberg (2003a, b) intenta hacer frente a la violencia social masiva describiendo la necesidad de un gran grupo de identificarse con un líder carismático para cumplir con su yo ideal y adoptar una rigidez ideológica paranoide. Un “otro” que se deshumaniza y se convierte en depositario de toda la “maldad” proyectada, no sólo justificando una violencia espantosa, sino elevándola a veces al nivel de un imperativo moral. El libro de Susan Grand , The Reproduction of Evil (2000) [La reproducción del mal], emplea un enfoque relacional contemporáneo para comprender la naturaleza del mal a nivel interpersonal, ya que este funciona en la relación entre perpetrador y víctima. Describe el proceso a través del cual el “asesinato del alma” de una víctima genera la formación de un “no sí mismo” insoportable, que sólo puede ser erradicado a través de una transformación en un perpetrador que ha evacuado este aspecto deshumanizado sobre su víctima. Grand explica que la “otredad” que requiere la creación de una vida humana sacrificial comporta la formación de una relación “yo- ello” (Buber, 1937) mediante la cual el oprimido pierde su humanidad transformándose en una cosa. Esta cosa-víctima debe entonces ser destruida, puesto que se ha convertido en el depósito del “terror” del perpetrador. De esta manera, Grand puede explicar vívidamente cómo se crea y reproduce el mal a través de generaciones, lo que, a su vez, ayuda a comprender cómo las personas llegan a odiarse y destruirse entre sí.

V. CONCLUSIONES

La introducción del concepto de identificación proyectiva por parte de Melanie Klein en 1946 ha tenido un gran impacto en el pensamiento teórico y clínico psicoanalítico en todo el mundo. Desarrolló este concepto a partir de sus experiencias psicoanalíticas con niños y adultos. Tiene sus raíces en los conceptos de proyección e identificación de Freud. Klein entendió la identificación proyectiva como un medio intrapsíquico a través del cual el bebé se libera de afectos, objetos y partes del sí mismo no deseados, y un mecanismo por el cual toma el control de la madre en la fantasía (inconsciente) al proyectar estos aspectos sobre ella. Como Klein entendió que la proyección del bebé consistía en mantener lo malo afuera y lo bueno adentro, señaló que la identificación proyectiva e introyectiva van de la mano.

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