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de objeto parcial, y, además de sus aportaciones al estudio de la patología de estas defensas, pudo dar un sentido más realista y completo del mundo psíquico, tanto del bebé como del funcionamiento inconsciente en general. Hoy es posible establecer un punto de vista conceptual más preciso gracias a la complejidad heterogénea del concepto descrito anteriormente: la identificación proyectiva debe considerarse como una función psíquica primitiva producida por el primer conjunto de defensas. La identificación proyectiva es el medio de comunicación por excelencia del Preconsciente. Desde un punto de vista conceptual, no es conveniente mezclar las fantasías inconscientes que surgen de las diversas situaciones de identificación proyectiva con la función que permite su aparición. Al inicio de la vida, esta función cumple con un objetivo vital: permitir que el recién nacido, indefenso, sobreviva y establezca una relación con su primer entorno. Desde el nacimiento hasta la muerte, la identificación proyectiva se utiliza para mantener el sentimiento de existencia y de catexis de objeto, sobre todo mediante la internalización del objeto ausente o perdido. Es la herramienta central en cualquier situación de duelo. En la melancolía, la función de identificación proyectiva ha sido enteramente derribada por los ataques del superyó contra el yo y el ello. Al tratarse de una función de la mente que se desarrolla según las características de cada persona, la identificación proyectiva puede desembocar en sentimientos de empatía, o en una fascinación paranoica hacia el objeto en cuestión; un complejo intercambio de sentimientos y pensamientos, o una sumisión dictatorial de un protagonista a otro; un aumento de los descubrimientos en el campo de interés común de las dos personas, o una huida fóbica de la relación por parte del sujeto para evitar cualquier proximidad con los elementos que ha proyectado sobre su protagonista. El descubrimiento de Klein de la identificación proyectiva es una respuesta a la pregunta sobre el objeto en la fase narcisista primaria: esta fase ya no puede concebirse sin objeto, ya que virtualmente cualquier parte escindida del yo puede combinarse con cualquier parte escindida de un objeto, ya sea externo o interno. Freud (1921) ya había observado que las identificaciones narcisistas se basaban en un solo detalle de la persona elegida inconscientemente como modelo. Su observación sobre la necesidad de pasar un duelo por cada detalle del objeto perdido para completar un proceso real de duelo (Freud, 1917) realza la importancia del vínculo creado por la identificación proyectiva, tanto en las relaciones objetales como en el sentimiento de identidad. II. A. Otras aportaciones británicas y europeas Influenciados por el desarrollo del concepto de identificación proyectiva de Bion y sus ideas sobre el desarrollo de la capacidad para pensar, Esther Bick y Donald Meltzer aprovecharon su experiencia en el campo de la observación infantil y el tratamiento clínico de niños autistas para discernir, delinear y diferenciar una maniobra aún más elemental, relacionada con la identificación proyectiva. Acuñaron el término
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