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también menciona el síndrome de percepción distorsionada, que denomina “delirio de claridad de insight ”, es decir, la convicción de saber exactamente lo que la otra persona está pensando. La patología de identificación más común consiste en una apropiación inmediata de las cualidades del objeto. La conversión histérica es el ejemplo clásico, pero también se presenta en la psicosis maniacodepresiva, en la hipocondría y en los estados de pseudo-madurez, en que el sujeto puede quedar estancado en su identificación proyectiva con un objeto idealizado, sin pasar por el trabajo de duelo de este último para construir, primeramente, un estadio intermedio de hipermadurez heterogénea, y, más tarde, alcanzar un ideal equilibrado del yo. Años más tarde, Meltzer (1992) explora la elección inconsciente del objeto parcial en el que se culmina la identificación proyectiva. Señala que involucra diferentes partes del cuerpo de la madre fantaseado: el aparato genital, el ano, los pechos, la cabeza, y desarrolla su exploración clínica sobre las distintas patologías según la elección de un continente determinado, respectivamente: sexualización/excitación, secreto/robo y generosidad omnipotente/idealización. La situación de objetos “buenos” y “malos” también variará según la patología de la identificación proyectiva. Melanie Klein ya se había percatado de que, además de mantener los objetos buenos dentro del yo y proyectar los objetos malos fuera del yo para protegerlo, también es muy común la situación opuesta y complementaria: cuando el interior de la mente o cuerpo del individuo se experimentan como malos o peligrosos, como, por ejemplo, en la melancolía, en que el paciente proyecta sus objetos buenos y las partes buenas de su yo sobre un objeto externo para protegerlos de sus propias partes malas, atacantes. Frances Tustin (1922) sugirió emplear el término “ecuación adhesiva” para describir a los niños autistas que están permanentemente “pegados” a sus madres, de forma que no puede existir un espacio entre ellos. Tustin subrayó con insistencia el hecho de que, sin una conciencia del espacio psíquico, no pueden establecerse verdaderas relaciones objetales y, sin esas relaciones, los procesos de identificación de autoconstrucción no pueden ponerse en marcha. Podría decirse que la ecuación adhesiva, o la identidad adhesiva, sirven para establecer una sensación de existencia más que un sentido del sí mismo y del objeto . Parecería que un “objeto piel” debe incorporarse muy tempranamente en el desarrollo mental. Esta incorporación hace posible que se cree un espacio dentro del sí mismo para que el mecanismo de identificación proyectiva, como método primario de comunicación no verbal entre la madre y el bebé que busca la desintoxicación y el sentido), pueda funcionar sin impedimentos. De hecho, el trabajo de Mauro Mancia (1981) defiende la noción de una piel psíquica en el útero. Herbert Rosenfeld (1971/1988) escribió pródigamente sobre la identificación proyectiva, y su definición, que ya se considera clásica, merece ser citada por completo:
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