Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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interno del sujeto que se proyecta, Grotstein añade otros dos procesos: 1. Modos conscientes y/o preconscientes de inducción sensoriomotora, que incluirían la señalización y/o evocación o gestos incitadores (mentales, físicos, verbales, posturales o incitaciones) por parte del sujeto proyectante; y, en consecuencia, 2. la simulación empática y espontánea en el objeto receptivo de la experiencia del sujeto en la que el objeto receptivo está “mentalmente programado” (“hard-wired”) para ser empático con el sujeto incitador. En lo que atañe al desarrollo, el bebé o la parte infantil de la personalidad que se encuentra experimentando una angustia emocional acumulada, induce un estado simétrico en la madre vulnerable porque ella está dispuesta a aceptarlo, de modo que la madre examina de forma inconsciente (autoactiva) su propio inventario de experiencias pasadas reales o posibles dentro de su sí mismo consciente e inconsciente, seleccionando las más pertinentes de todas ellas, y luego generando pensamientos y/o acciones para abordar la angustia del pequeño. El aspecto clínico más significativo de la transidentificación proyectiva intersubjetiva es la comunicación (inconsciente) entre dos realidades psíquicas . Durante el proceso de análisis, como en las transacciones bebé-madre, los vectores de las transacciones de la transidentificación proyectiva operan de forma bidireccional; es decir, el objeto se transforma instantáneamente en el emisor y el emisor proyectivo que lo origina se transforma en receptor: se da un diálogo . Grotstein hace hincapié en que tal diálogo (que incluye los pensamientos y las acciones del analista) incluye la interpretación de la participación del analizado y el intercambio general que se da a múltiples niveles. En este contexto, Grotstein también aborda la conceptualización intersubjetiva experiencial de Ogden del “tercero subyugante” en el psicoanálisis, y presenta su propia versión metapsicológica de la presencia inconsciente y preternatural del “ sujeto inefable del inconsciente ” (Grotstein, 2000, p. 19): un “ dramaturgo ” (el creador o arquitecto y director del drama) o demonio que se emplaza únicamente en el inconsciente del analizado, coopta las subjetividades del analizado y del analista para crear una obra en la que el tema inconsciente relevante es capaz de ponerse en escena ( enactment ) y, por lo tanto, ser conocido (Grotstein, 2000). Stephen Mitchell (1995), tomando la identificación proyectiva desde un enfoque relacional/interpersonal, señala que este proceso proporciona “un puente entre lo intrapsíquico y lo interpersonal”. Enfatiza que este punto de vista necesita tomar en cuenta lo que realmente ocurre entre el paciente y el analista y es, por lo tanto, plenamente constitutivo de una psicología de dos personas. Tansey y Burke (1989) describen cómo los procesos de identificación proyectiva pueden desempeñar un papel esencial en el desarrollo de la empatía. Mientras que la identificación proyectiva había sido relacionada con la identificación concordante de Racker y la empatía con la identificación complementaria (ver más abajo el apartado de los aportes latinoamericanos), Tansey y Burke señalan que la recepción de una identificación

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