Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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En 1909, al escribir sobre la neurosis obsesiva del “Hombre de las ratas”, Freud describió un modo de escucha por parte del analista, que constituye el complemento indispensable para las asociaciones libres del paciente: el analista no escucha solamente el mensaje manifiesto que se le transmite, sino también uno oculto, desconocido incluso para quien lo emite. Solo gradualmente, y en cada caso particular, aprende a comprender este mensaje oculto y su relación con el mensaje manifiesto. Esto implica “…escuchar lo que se dice, cómo se dice, cuándo y en qué contexto se dice; lo que no se dice, pero se omite deliberada o inconscientemente; y, finalmente, la ausencia de comunicación: escuchar el silencio” (Loewenstein 1963, p. 456). En “Cinco conferencias sobre psicoanálisis” (1910a), Freud ofrece el siguiente relato retrospectivo sobre el desarrollo del método: “Puesto que no podía alterar a voluntad el estado psíquico de la mayoría de mis pacientes, me orienté a trabajar con su estado normal. Es cierto que al comienzo esto parecía una empresa sin sentido ni perspectivas. Se planteaba la tarea de averiguar del enfermo algo que uno no sabía y que ni él mismo sabía; ¿cómo podía esperarse averiguarlo no obstante?” (1910a, p. 22 [19]). A continuación, Freud describe su método de tal manera que, aunque ha abandonado la presión y la sugestión directa, sigue utilizando la autoridad del médico, quien afirma que el paciente “sabe” acerca de aquello de lo que le resulta difícil hablar. “Les dije que si renunciando a la hipnosis yo esforzaba a mis enfermos a comunicarme lo que les ocurriera sobre el problema que acabábamos de tratar – puesto que ellos de hecho sabían lo supuestamente olvidado y la ocurrencia emergente contendría sin duda lo que se buscaba–, en efecto hacía la experiencia de que la ocurrencia inmediata de mis pacientes aportaba lo pertinente y probaba ser la continuación olvidada del recuerdo.” (1910a SE: 11, p. 29 [25]) Al abandonar la hipnosis y la sugestión, Freud introduce un cambio importante en la técnica psicoanalítica, al permitir que el paciente hable. Pero la influencia implícita de la autoridad del analista sigue siendo perceptible. Vale la pena señalar la paradoja inherente a la regla fundamental: “la demanda de libertad”, es decir, “hablar de todo lo que se le ocurra”. En 1912, la “ regla fundamental ” del psicoanálisis de Freud se aplicaba pidiendo a los pacientes que dijeran todo lo que les viniera a la mente (ideas, sentimientos, sensaciones corporales, sueños) con la menor restricción posible, es decir, sin censura. Entre 1912 y 1915, en la serie de “Trabajos sobre la técnica”, Freud desarrolla la interacción entre el proceso asociativo por parte del paciente y el proceso complementario de escucha e interpretación por parte del analista –los pilares que estructuran la situación y el proceso psicoanalítico. En “Sobre la dinámica de la transferencia” (1912b), al tratar la transferencia como resistencia, afirma que el paciente “se arroga la libertad de descuidar la regla fundamental del psicoanálisis, según la cual uno debe comunicar sin previa crítica todo

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