Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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Los conflictos surgen durante el desarrollo en respuesta a una secuencia de amenazas predecibles del inconsciente y específicas del desarrollo, llamadas situaciones de peligro internas. En el desarrollo temprano normal, surgen conflictos pre-edípicos entre el niño y su entorno, entre sus deseos y sentimientos opuestos y entre los precursores del superyó y las pulsiones. Para el niño que se encuentra en la etapa de los conflictos pre-edípicos , la amenaza es el peligro fantaseado de la pérdida del objeto y la pérdida del amor del objeto. Los c onflictos edípicos de mayor complejidad demuestran la capacidad del niño de establecer relaciones de objeto triádicas, así como otros aspectos madurativos y evolutivos del yo. En la etapa edípica, la amenaza abarca el peligro fantasioso de lesión (complejo de castración). Posteriormente, durante el proceso de internalización e identificación, las fuerzas prohibitivas originalmente asociadas al control parental, se convierten en fuerzas dentro de la mente del niño. Este proceso se hace evidente en la formación del superyó, un hito del desarrollo, logrado a través de la resolución del complejo de Edipo. En esta etapa, la amenaza es la condena interna del superyó. Mientras que algunos conflictos se resuelven parcialmente durante el desarrollo, otros existen toda la vida, lo que lleva a diversos grados de psicopatología. La manifestación del conflicto varía en función de las etapas del desarrollo, la psicopatología y los factores culturales. Los psicoanalistas infantiles también describen conflictos del desarrollo que son normales, predecibles y, por lo general, transitorios (Tyson & Tyson, 1990). Estos conflictos son causados por las fuerzas madurativas de la etapa normativa y específica del niño, que hacen que éste entre en conflicto con su propio entorno. Cuando se logra la internalización de la demanda externa, se disuelve este conflicto específico del desarrollo y se da un paso más hacia la estructuración y la formación del carácter (ibíd., pp. 42-43). III. B. Los enfoques de la psicología del yo Los modelos psicoanalíticos que dan más importancia al conflicto son aquellos que destacan el papel del yo y las pulsiones, como el modelo clásico y la psicología del yo. El conflicto ha recibido mayor atención por parte de los herederos contemporáneos de la psicología del yo, la llamada teoría moderna del conflicto. Los teóricos modernos del conflicto se apartan de la teoría estructural de Freud para centrarse en las formaciones de compromiso entre los derivados de las pulsiones, las ansiedades, las defensas y las presiones del superyó. El compromiso es el resultado de un conflicto. Los compromisos, como los conflictos, están por todas partes, puesto que todas las partes de la mente están estructuradas a partir de formaciones de compromiso: es decir, en torno al conflicto. Para los teóricos modernos del conflicto, el desarrollo mental es más una secuencia de formaciones de compromiso que la clásica estructura tripartita de Freud (ello, yo, superyó). El objetivo de la cura psicoanalítica es ayudar al paciente a reconocer sus conflictos inconscientes y lograr una comprensión de cómo se defiende contra los derivados de la pulsión basados en miedos inconscientes que se remontan a la infancia. La tarea del analista es estructurar una situación psicoanalítica que facilite

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