Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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un sentido integrado del sí mismo, ni la capacidad de tener una visión integrada de los otros significativos. En el segundo nivel, que surge en los tres primeros años de vida, el desarrollo progresivo de la comprensión cognitiva realista del mundo circundante y, especialmente, el predominio de las buenas experiencias por encima de las malas, facilita la integración gradual de condiciones emocionalmente opuestas, es decir, la tolerancia de una conciencia simultánea que contiene experiencias buenas y malas. Este desarrollo de la tolerancia a la ambivalencia de las relaciones emocionales positivas y negativas combinadas en los mismos objetos externos, conduce a un sentido integrado de sí mismo y de otros significativos, o, dicho de otra manera, a una identidad normal del yo. La identidad del yo corresponde a un sentido integrado del sí mismo y la capacidad de tener una visión integrada de otros significativos. Este segundo nivel del desarrollo corresponde a la “posición depresiva” dentro de las formulaciones teóricas de Klein. Ella describe el desarrollo de un funcionamiento o patología psicológica normal en un plano neurótico de la organización. Por el contrario, el desarrollo de una patología del carácter en un nivel límite de organización de la personalidad, lo que correspondería a la “posición esquizoparanoide” de Klein, representa la consecuencia de un fallo en la integración de la identidad normal. La organización de la personalidad límite, un trastorno severo de la personalidad, se caracteriza, de hecho, por la falta de integración de la identidad o por un síndrome de identidad difusa, es decir, por la permanencia de operaciones defensivas primitivas centradas en la escisión y ciertas limitaciones en la prueba de realidad en función de déficit de los aspectos sutiles del funcionamiento interpersonal. La teoría psicoanalítica de relaciones objetales propone que el cambio de la organización de la personalidad límite a la organización de una personalidad neurótica y normal también se corresponde con el cambio del predominio de operaciones defensivas y primitivas por operaciones defensivas y avanzadas centradas en la represión y sus mecanismos relacionados, que incluyen un nivel más avanzado de proyección, negación, intelectualización y reacciones formativas. Este nivel avanzado del desarrollo se refleja en una delimitación del inconsciente dinámico reprimido, o “ello”, constituido por relaciones diádicas internalizadas inaceptables que evidencian una agresión primitiva intolerable y aspectos de la sexualidad infantil. En este caso, el yo contiene el concepto de sí mismo consciente, integrado, y las representaciones de otras personas significativas, además de las funciones sublimadas que se observan en la expresión adaptativa de las necesidades afectivas y emocionales con respecto a la sexualidad, la dependencia, la autonomía y la autoafirmación agresiva. Las relaciones de objeto internalizadas que incluyen demandas y prohibiciones derivadas de la ética y son trasmitidas en las interacciones tempranas del bebé y el niño en su entorno psicosocial, especialmente por los padres, se integran en el “súper-yo”. Esta estructura tardía está constituida por capas de prohibiciones internalizadas y demandas idealizadas que se han ido transformado significativamente en un sistema personificado, abstracto e individualizado de moralidad personal (Kernberg, 2012a, b; Kernberg, 2004).

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