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etapas del desarrollo, contribuyendo a la construcción de la estructura psíquica. La lucha entre el amor idealizado y la agresión destructiva mediante la escisión, la identificación proyectiva, la negación y el control omnipotente caracteriza la vida psíquica desde sus comienzos, dando lugar a los componentes básicos de la vida psíquica, es decir, a las constelaciones defensivas primitivas de las posiciones esquizoparanoide y depresiva. Esta dinámica hace destacar una dimensión más profunda del conflicto inconsciente, que tiene lugar antes de la consolidación del ello, el yo y el superyó como tres estructuras claramente diferenciadas. Para los analistas kleinianos y post-kleinianos, la visión de un conflicto inconsciente que opera en las primeras etapas del desarrollo ha demostrado ser muy útil para aclarar y abordar las psicopatologías graves (como la organización de la personalidad límite, la patología narcisista, la perversión sexual, los trastornos alimenticios, el comportamiento antisocial) caracterizadas por una fijación en las etapas del desarrollo primitivo en que predominan la escisión y otros mecanismos de defensa primitivos (Kernberg, 2005). Esta visión implica que el conflicto inconsciente concierne a cualesquier estructura psíquica afectiva, tanto la primitiva representada por relaciones de objeto internalizadas, como la avanzada constituida por la estructura tripartita que ha integrado sus componentes dentro de las relaciones objetales en las estructuras del yo, superyó y ello (Joseph, 1989; Klein, 1928; Segal, 1962; Segal and Britton, 1981; Steiner, 2005). Melanie Klein desarrolló su teoría de las relaciones objetales en marcado contraste con la psicología del yo, como una expansión de la visión freudiana de la psique innatamente conflictiva. El artículo de Klein sobre las relaciones objetales apareció en 1935, en relación cronológica con el libro de Anna Freud de 1936 y el artículo de Hartmann de 1937 (publicado en 1939). Mientras que A. Freud y Hartmann se centraron en las características del yo y en su defensa contra el ello en el proceso de adaptación a la realidad externa, Klein sondeaba las profundidades del mundo interno y su interacción con el mundo externo, ampliando la visión de Freud del superyó. Es interesante observar la divergencia entre los psicólogos freudianos del yo y los seguidores freudianos de las relaciones objetales en varios artículos escritos durante los años cincuenta. Primero, en 1952, en el Congreso Psicoanalítico Internacional se celebró un simposio sobre “Las influencia mutua en el desarrollo del yo y el ello”. En esa ocasión, Klein afirmó: “Puesto que el desarrollo del yo y del superyó está ligado a los procesos de introyección y proyección, también están inextricablemente unidos desde un comienzo. Como además su desarrollo está vitalmente influido por los impulsos instintivos, las tres regiones de la mente están desde el comienzo de la vida en una íntima interacción. Me doy cuenta de que al mencionar las tres regiones de la mente me aparto del tema en discusión, pero mi concepción de la temprana infancia hace imposible considerar exclusivamente las influencias mutuas entre el yo y el ello” (Klein, 1952, p. 59). Por tanto, cuando la psicología del yo se centraba en la relación del yo con el ello y su adaptación al mundo externo, la teoría de relaciones objetales de Klein se centraba en la relación del yo con el superyó y en cómo esta relación estaba determinada
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