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genuina y, por lo tanto, la reemplazaba frecuentemente con una investigación detallada (Sullivan 1953). Trabajando con pacientes clínicamente deprimidos con gran propensión a una regresión severa a una etapa oral-narcisista y con una “pérdida de su relación objetal” con el analista, Sandor Lorand (1937), combinando las ideas de Freud y Ferenczi, argumentó que el tratamiento requiere temporalmente una mayor flexibilidad y actividad por parte del analista. David Rapaport (1950, 1951, 1958), quien llamó a las asociaciones libres “pensamiento espontáneo y sin esfuerzo” (1951, p. 718), inició una exploración detallada de la función organizadora de los afectos y las pulsiones en el complejo asociativo. En sus teorías sobre la motivación y la memoria, Rapaport identificó la fuerza motivacional de la afectividad subyacente como el elemento que une los eslabones de la cadena asociativa. Edward Glover (1955) realizó la primera encuesta sobre los usos clínicos de la asociación libre. La encuesta incluía una pregunta sobre cuán estrictos eran los analistas, miembros de la Sociedad Psicoanalítica Británica, al “solicitar el cumplimiento de la regla fundamental”. Las respuestas comprendieron desde una exigencia de cumplimiento estricto, hasta una tolerancia hacia el incumplimiento, pasando por respuestas como: “¿Qué es esta relajación de la regla? Todo es asociación libre, incluso el incumplimiento.” Además, vinculó el empleo de la regla fundamental con distintas situaciones que se daban en el transcurso del proceso analítico. Por ejemplo, una pausa en el flujo de la asociación libre, para este autor, es un indicador de que “algo anda mal” (p. 10). Señala que la experiencia de la asociación libre y de la situación analítica es nueva para el paciente, ya que no ocurre en las relaciones sociales (p. 17). Enfatiza la necesidad de pedir al paciente que exprese sus sentimientos y no solo sus pensamientos (p. 32); tanto los silencios como las intelectualizaciones son considerados resistencias; en el caso de silencios prolongados, aconseja interpretar el lenguaje preverbal (pp. 32-33). Además, destacó que los aspectos libidinales orales se manifiestan tanto en la asociación libre como en la recepción de las interpretaciones (p. 110). Estos desarrollos tempranos crearon varias tendencias en todas las regiones, tales como la especificación de las condiciones bajo las cuales la asociación libre conserva su papel protagonista como uno de los pilares estructurantes de la situación psicoanalítica; las condiciones bajo las cuales se requiere un uso especializado o mínimo; la modificación de la comprensión teórica y del uso clínico de la asociación libre, pasando por una ampliación del campo de lo que se entiende por asociación libre, con una gama más amplia de pacientes, según edad, condiciones clínicas y factores culturales; la manera de instruir al paciente; y la especificación de los factores que facilitan o inhiben la asociación libre. Estos desarrollos, junto con las controversias inherentes al concepto mismo, también fueron respaldados por encuestas posteriores, realizadas especialmente en América.
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