Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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renuncia del sí mismo a las defensas anteriores para investir en una relación de amor auténtica. Gaddini apunta que todas estas etapas también pueden identificarse en el proceso analítico individual. Giovanni Hautmann (1990, 2002) desarrolló los vínculos entre la formación temprana del sí mismo (su nacimiento), los comienzos de las habilidades simbólicas y el nacimiento de la capacidad de pensar. Hautmann enfatiza que la mente primitiva está gobernada por una matriz asimbólica, en la cual se imponen las estimulaciones sensoriales, las percepciones, las sensaciones y las emociones primitivas. El desarrollo del sí mismo ocurre a través del surgimiento progresivo de esta matriz original, con una oscilación entre la condición asimbólica, dispersa y disgregada, y un impulso inicial hacia la integración, hacia grados progresivos de un posible surgimiento de la identificación y expresión simbólica. Hautmann sigue las teorías de Bion sobre el aparato protomental para definir la matriz asimbólica como el “magma protomental” o “sí mismo grupal primitivo”. En esta matriz protosimbólica, los elementos, ya sean dispersos o agregados, pueden pertenecer tanto al estatus psíquico como al físico y, por lo tanto, son susceptibles de enfoque analítico, y, quizás también, de enfoque biológico. Las oscilaciones de la mente primitiva también pueden ser interceptadas en la sesión analítica, contenidas y comprendidas por la ensoñación del analista y resignificadas a través de su actividad interpretativa. Diego Napolitani (1987, 1991, 2005) propone un modelo de formación del sí mismo individual, entendido como una fuerte identidad nuclear/central, que empieza en la matriz grupal (matriz grupal/colectiva), estratificada en sus dimensiones culturales, sociales y familiares. Napolitani modeló su constructo del sí mismo con la ayuda de una representación gráfica que definió como el “mapa de la mente bipolar”, en el que indica que los componentes “masculinos” y “femeninos” son dos formas diferentes de abordar el conocimiento y la visión del mundo. En el mapa de la “Mente Bipolar”, el autor identifica tres dimensiones: 1. El IDEM (“parecido o igualdad”, del latín), el cual está estrechamente relacionado con el ambiente original (el pasado del individuo, desde sus orígenes más remotos hasta sus más experiencias relacionales más recientes), es decir, el núcleo de las raíces de la identidad. Es el complejo de experiencias en la historia de cada ser humano, desde el nacimiento hasta el momento presente, el mundo de las tradiciones, el conjunto de experiencias relacionales, afectivas e intelectuales acumuladas en la historia de cada individuo. El Idem es “mi tradición y mi cultura”, y como tal, también “una forma de conocimiento perjudicial”. La formación del sí mismo en el mapa bipolar coincide con el IPSE (“él mismo/ella misma”, del latín) e indica la dimensión reflexiva, es decir, la autoconciencia a través del surgimiento del Idem. El Ipse coincide con el sí mismo consciente y se desarrolla a partir de códigos lingüísticos, gestuales y éticos, internalizados como identificaciones del entorno original. Finalmente, el autor identifica un tercer lugar en el mapa bipolar, el AUTOS (“Él”, del griego), el dispositivo autoorganizador que se pone al descubierto en la producción de símbolos. Es la habilidad poético-simbólica que representa la fuente de todos estos procedimientos complejos que conectan al individuo con sus

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