Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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conflictos que pueden ser intersubjetivos e interrelacionales , derivados interna y externamente y, en muchos casos, transgeneracionales. Para las teorías relacionales, la potencia del conflicto se basa en el encuentro del individuo con la cultura y ocurre a muchos niveles. Es probable que vayan surgiendo conflictos a medida que los individuos se involucran, se vuelven sujetos o resisten a su entorno cultural; especialmente cuando el individuo habita o está habitado por alguna de las muchas formas de identidades y personalidades no normativas (raza, clase, sexualidad, discapacidad, cultura y género). Las formas de identificación conflictivas se encuentran en la vanguardia de muchas preocupaciones clínicas experimentadas con pacientes, y se expresan en forma de angustia y dificultad del paciente en la matriz de transferencia-contratransferencia. En su libro “Conceptos relacionales en psicoanálisis: una integración”, Mitchell (1988) trabajó los conflictos entre diferentes configuraciones relacionales derivadas de experiencias conflictivas con otras personas significativas. Se manifestó en contra de la simplificación del conflicto y, varios años después, en un “Comentario” declaró: “…retratar mi visión del conflicto como un conflicto entre la persona y otras personas de su entorno es una tergiversación desconcertante. De hecho, una de mis principales preocupaciones en el libro de 1988 fue distinguir entre las teorías relacionales centradas en los obstáculos del desarrollo y las teorías relacionales del conflicto…” (Mitchell, 1995, p. 577). En el trabajo de Dimen (2003), Layton (1998), Harris (2005), Corbett (2001a, 2001b), Goldner (2003) y otros, el conflicto siempre se ubica dentro y entre los sistemas políticos y personales o sociales y psíquicos. Desde este punto de vista, influenciado por la postmodernidad, el feminismo y la teoría queer existe un conflicto inherente entre los regímenes de vigilancia y los que defienden la individualidad y la salud, y entre la normatividad y la libertad. Estas contradicciones, que en teoría política a veces se plantean como conflictos estructuradores de clase, etnia, cultura o género, a menudo se experimentan por el analista en los conflictos de contratransferencia. En cuanto al enfoque de Harris (2005), los psicoanalistas postmodernos se esfuerzan por llegar a una visión particular de la paradoja o conflicto en la que puedan coexistir una serie de estados independientes y diferenciados, pero interrelacionados, del yo mismo – los del curandero, policía psicoanalítico, sujeto y objeto de la teoría y uno que es el producto de, y está sujeto a, culturas, subgrupos y familias particulares. Desde varias perspectivas teóricas, el conflicto (intersubjetivo, intrapsíquico y enacted o representado) está relacionado con el mismo proceso de cambio. El conflicto es un aspecto inherente del desarrollo y sus movimientos (macro y micro) están cargados de poderosas experiencias de desequilibrio. El cambio en sí es un estado conflictivo potencialmente complejo, multidireccional e inestable. Los conflictos que surgen durante las transformaciones psíquicas o relacionales son producidos por muchos estados afectivos diferentes y vértices relacionales. Una idea central de esta teoría es que la persona en conflicto se siente atrapada por dos “mandados” imposibles (Apprey, 2015). El crecimiento traerá consigo la

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