Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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separación, pero la separación de los objetos muertos o moribundos puede experimentarse como algo intolerable. El cambio puede considerarse como el momento en que un conflicto sobre las tareas psíquicas y la libertad mental crea un foco de lucha peligroso o incluso un impase. Esto, tanto si queremos llamarlo abismo como borde del caos o experiencia dramática de separación cargada de miedo, para algunos, o tal vez para todos los pacientes, es un punto de máximo conflicto y peligro. De hecho, se puede observar en los periodos de mejoría y recaída, durante el análisis, y en los percances y pánicos cuando empieza a realizarse el cambio psíquico. El concepto de teoría de campo de un proceso espiral de Willy y Madeleine Baranger (2006, 2009a, b) y las nociones de catástrofe y transformación de Bion son importantes para el desarrollo de los enfoques relacionales. Estas ideas están relacionados con un poderoso conjunto de conceptos desarrollados por J. Henri Rey. En su artículo, “Lo que los pacientes traen al análisis” (Rey, 1988), Rey argumenta que los pacientes pueden llegar al tratamiento con la intención oculta – con un mandado, como diría Apprey (2015) – de reparar los objetos dañados de su historia que ahora forman parte de un mundo interno agonizante o dañado; es decir, de sanar el objeto (de fantasía interna) para que el paciente pueda cambiar. Este es el vínculo conflictivo imposible, en el que se desarrollan muchos tratamientos. Desde la perspectiva relacional sobre el poder de la contratransferencia y la subjetividad del analista, uno también puede entender la concepción de Rey como el trabajo inconsciente del analista. Al abordar la cuestión de la resistencia ansiosa al cambio y la determinación, teñida de conflicto, de arruinar el proceso de crecimiento, uno debe hacerse las mismas preguntas sobre la presencia de tales temores y conflictos en la contratransferencia del analista. Los analistas relacionales han puesto un gran énfasis en la instrumentalidad de la contratransferencia y las poderosas formas en que el proceso del analista interrumpe y/o facilita el cambio psíquico en el paciente. Si se examinan los artículos relacionales con la vista puesta en la función del conflicto, se puede observar que otras terminologías y preocupaciones conceptuales llenan los espacios teóricos donde puede surgir el conflicto. Dimen (2003) y Hoffman (1998), por ejemplo, prefieren el término “ dialéctica ”. Ambos están interesados en las tensiones productivas que aparecen bajo ciertas condiciones de contradicción, principalmente entre el analista y el analizando, pero también de forma interna en cualquiera de los miembros de la díada. Es importante destacar que la contradicción no es simplemente un desacuerdo o una diferencia; más bien consiste en la activación y desarrollo (o viceversa), a través de varias interacciones, del conflicto intrapsíquico. Para Hoffman (1998), los conflictos no provienen esencialmente del sexo o la agresión, sino de una relación conflictiva profunda con la mortalidad. Sin embargo, según otra analogía, el conflicto interno del analista entre “seguir las reglas” y trabajar de forma espontánea, se compara con el conflicto experimentado por el infante entre el rival edípico y el objeto amado. Esta analogía sugiere hasta qué punto los analistas están en deuda con una visión del conflicto centrada en el sexo y la agresión, aunque estos conflictos surjan en estados cambiantes del afecto (Spezzano, 1998), en un espacio

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