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intersubjetivo (Benjamin, 1995, 1998) o en constelaciones relacionales (Davies, 1998, 2001). Benjamin (1998) defiende una atención fluida y cambiante sobre lo intrapsíquico e interpersonal, en que la motivación exista tanto a nivel interpersonal como al servicio de la relación y las necesidades narcisistas. En este caso, si hay una teoría dual ésta es relacional objetal / relacional. La preferencia por un término como la dialéctica es más que retórica. Para Hoffman y Dimen, la dialéctica captura los aspectos dialógicos, activos e interactivos del carácter proteico de la experiencia conflictiva. La dialéctica ofrece el sentido de un diálogo entre alternativas , un registro de voces múltiples, ya sean corales, armónicas, atonales o del tipo de llamada y respuesta. Para Dimen, la forma y la función de la vida conflictiva en el ámbito de la sexualidad atestiguan la fecundidad, la sorpresa, el exceso y los problemas irreductibles. Por otro lado, el conflicto queda relegado a una nota al pie en el libro de Stern (1997), donde el autor explica que la ausencia de un uso explícito del término conflicto es debido a su uso como una suposición de fondo de menor interés formal que los estados cambiantes de la experiencia psíquica. Este uso es bastante parecido al uso que le dieron Bromberg (1998) y Davies (1998, 2001). El conflicto, para Bromberg, aparece generalmente en el contexto de la disociación (véase Smith, 2000a, para una discusión sobre la intersección de, y las diferencias entre, la disociación y el conflicto en el trabajo de Bromberg). El modelo de trabajo de Bromberg destaca la expansión del campo relacional experiencial para que el conflicto se haga discernible. Stern opina que el conflicto es un logro, ya que anuncia el momento en que el no-yo se convierte en un yo mismo. Y cuando el conflicto sobre material disociado es posible, se puede iniciar un proceso de negociación entre el estado del yo mismo recién acuñado y otros estados del yo mismo. Lo que era impensable ahora se puede pensar y sentir y se puede reflexionar acerca de qué hacer al respecto. Anteriormente, cuando el material estaba disociado, no podía ser pensado ni sentido y, por tanto, qué hacer al respecto ni siquiera era una pregunta. En publicaciones posteriores, especialmente en el artículo “El ojo que se ve a sí mismo” de 2004, Stern expuso la idea de que, a partir de una teoría de la mente basada en la disociación, el conflicto es un logro, no algo que debemos evitar. Sin embargo, desde esta perspectiva, se considera que el conflicto inconsciente es imposible. Si hay un inconsciente no formulado, no hay nada con suficiente estructura en el inconsciente para poder entrar en conflicto con otra cosa. Desde este punto de vista, también haría falta revisar la noción de fantasía inconsciente si se aplica a un fenómeno que es simultáneamente inconsciente y estructurado. Si el inconsciente no está formulado, el significado del inconsciente no es una forma o una estructura, sino una potencialidad – lo que podría convertirse en una experiencia consciente. La idea está conectada con la disociación , que en el marco de referencia de Stern se basa en la insistencia inconsciente, por tazones defensivas también inconscientes, de mantener la experiencia en un estado potencial o no formulado. La disociación es el rechazo inconsciente de pensar; de dar sentido. Por esta
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