Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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razón, la experiencia disociada simplemente es imposible que pueda entrar en conflicto con ninguna otra parte de la mente, ya que todavía no ha alcanzado el tipo de forma simbólica o realización en que le sería posible entrar en conflicto. El conflicto se da entre las dos personas, pero no es interno para ninguna de las dos. Las dos mentes son como las dos partes de un plato roto: ambas encajan, pero cada una tiene sólo una de las partes. En la resolución del enactment , el conflicto externo se vuelve interno en la mente de uno de los participantes y eso provoca un desarrollo similar en la mente del otro. Así es como se produce por primera vez el conflicto interno. Y es por esta razón que el conflicto consciente se considera un éxito. Stern, Davies y Bromberg colocan el conflicto dentro de un modelo de estados múltiples y cambiantes del yo mismo, donde se vive a partir de experiencias disociadas y discontinuas, es decir, a través de rupturas del ser continuo. La aprehensión del conflicto interno, en un tratamiento brombergiano, es posible gracias a la creación de un campo interpersonal en el que el analizando puede tolerar que lo vea otra persona, y puede imitar o absorber esa capacidad de observación. La conciencia del conflicto es una característica emergente de este tipo de trabajo relacional que requiere el establecimiento de ciertas condiciones de seguridad interpersonal para que el material disociado pueda mantenerse en la conciencia. La atención que dedica Davis al conflicto inconsciente es la de una armonía matizada por formas de identificación (parciales o completas) cambiantes, que se representan mediante varias permutaciones en la relación analítica. Una de sus imágenes distintivas es la del calidoscopio, ya que evoca la experiencia cambiante y proteica de las identificaciones múltiples, así como los cambios sutiles introducidos por la experiencia del conflicto que conducen a reorganizaciones radicales. El conflicto se encuentra entre esos estados cambiantes. El conflicto, según la concepción de Aron (1996), de una construcción recíproca de sentido podría surgir de dos fuentes: de las experiencias divididas de la subjetividad que provienen de la interacción y la simbolización, o de las experiencias de reconocimiento y soledad que surgen en diversas interacciones (Benjamin, 1995, 1998; Slavin & Kriegman, 1992). Un tipo de conflicto agudo, desde el punto de vista de Aron, que se sitúa en el ámbito de lo interpersonal e intrapíquico del analista y el analizando, es el conflicto entre el deseo de reconocimiento y el deseo de distinción, singularidad y separación. De hecho, este conflicto no trata tanto de los deseos como de las transacciones relacionales y podría considerarse, de hecho, como un choque entre paradigmas relacionales. Cualquier teoría del conflicto implica una teoría de la motivación (Harris, 2005). Uno de los teóricos fundacionales de la perspectiva relacional, Greenberg (1991), tuvo la necesidad de retener el concepto de pulsión para hablar sobre la función. El trabajo de Mitchell (1997, 2000) siguió una trayectoria similar al modelo del conflicto relacional de Fairbairn, aunque también se interesó por la teoría del apego y el desarrollo de Loewald. La visión de Mitchell no se basa en un

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