Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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individuo arrastrado por matrices interactivas, sino en un individuo que siempre está integrado en ellas. Tal vez no es que los relacionalistas eviten la teoría de la pulsión, sino que, siguiendo las ideas de Ghent (2002), entienden la pulsión como algo menos importante. Las ideas motivacionales de Ghent siguen mucho a Edelman (1987), que imagina que la experiencia humana empieza con conductas bastante primitivas, simples y sin inflexiones (buscando la luz y la calidez, por ejemplo), que a medida que evolucionan van imbuyéndose de lo que Edelman llama valores . En un desarrollo que va haciéndose cada vez más complejo, las experiencias pequeñas y sutiles (las no conscientemente intencionales) emergen como sistemas motivacionales elaborados. La sexualidad, la agresión y la seguridad son productos, no motores preestablecidos, del desarrollo. Según Edelman, el conflicto es emergente y no está preestablecido a nivel inconsciente. Ghent y Harris reflexionan sobre el conflicto a través de la teoría sistémica y la dinámica no-lineal, o teoría del caos, según la cual el conflicto es el provocador e iniciador del cambio. Dentro de la teoría del caos, hay una teoría de la transformación. El desequilibrio surge del conflicto. El conflicto es una fuente de cambio, movimiento y comprensión. El conflicto al servicio del crecimiento o la transformación toma distintas formas. El conflicto, incluso a nivel inconsciente, entre la manera de ser o de relacionarse, puede marcar el comienzo de una desestabilización del patrón y la experiencia negociada. Pero existe un punto en el trabajo analítico en que las contradicciones conflictivas, ya sean de representaciones mentales o de relaciones objetales, quedan suspendidas en la mente; un punto donde el conflicto puede flotar al borde del caos. Este punto se presenta de forma más aguda en el trabajo con pacientes que experimentan el duelo y la pérdida del objeto. III. G. La perspectiva lacaniana francesa Con el fin de explorar el papel del conflicto en la obra de Lacan – un término no muy popular en los escritos y la enseñanza de Lacan – David Lichtenstein (Christian, Eagle & Wolitzky, 2017; pp. 177-194) vuelca su atención sobre la idea de división subjetiva y la estructura de esa división tal y como la entiende Lacan. Al hacerlo, ilustra tanto lo que se deriva de la idea clásica del conflicto intrapsíquico, como lo que se aparta de él en la obra de Lacan. Un concepto fundamental para la teoría del sujeto dividido de Lacan es el de la falta. La palabra en francés, manqué , expresa tanto la “pérdida” y la “falta” como el “vacío” y la “vacuidad”. Lacan entendía el enfrentamiento psíquico con la pérdida como algo esencial para la formación del sujeto humano. De hecho, el sujeto nace de ese enfrentamiento y de la representación de la pérdida, y sin ello no puede formarse como tal. Esto es esencial para entender la teoría de Lacan sobre el sujeto. Por un lado, está arraigado a la visión freudiana de la represión primaria, expresada en “Más allá del principio del placer” (Freud, 1920) y, por otro, es un proceso esencial para la formación per se de la subjetividad. La “experiencia primaria de satisfacción” a la que se refiere

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