Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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sistémica y la dinámica no-lineal, o teoría del caos, según la cual el conflicto es el provocador e iniciador del cambio. Dentro de la teoría del caos, hay una teoría de la transformación. El desequilibrio surge del conflicto. El conflicto es una fuente de cambio, movimiento y comprensión. El conflicto al servicio del crecimiento o la transformación toma distintas formas. El conflicto, incluso a nivel inconsciente, entre la manera de ser o de relacionarse, puede marcar el comienzo de una desestabilización del patrón y la experiencia negociada. Pero existe un punto en el trabajo analítico en que las contradicciones conflictivas, ya sean de representaciones mentales o de relaciones objetales, quedan suspendidas en la mente; un punto donde el conflicto puede flotar al borde del caos. Este punto se presenta de forma más aguda en el trabajo con pacientes que experimentan el duelo y la pérdida del objeto. III. G. La perspectiva lacaniana francesa Con el fin de explorar el papel del conflicto en la obra de Lacan – un término no muy popular en los escritos y la enseñanza de Lacan – David Lichtenstein (Christian, Eagle & Wolitzky, 2017; pp. 177-194) vuelca su atención sobre la idea de división subjetiva y la estructura de esa división tal y como la entiende Lacan. Al hacerlo, ilustra tanto lo que se deriva de la idea clásica del conflicto intrapsíquico, como lo que se aparta de él en la obra de Lacan. Un concepto fundamental para la teoría del sujeto dividido de Lacan es el de la falta. La palabra en francés, manqué , expresa tanto la “pérdida” y la “falta” como el “vacío” y la “vacuidad”. Lacan entendía el enfrentamiento psíquico con la pérdida como algo esencial para la formación del sujeto humano. De hecho, el sujeto nace de ese enfrentamiento y de la representación de la pérdida, y sin ello no puede formarse como tal. Esto es esencial para entender la teoría de Lacan sobre el sujeto. Por un lado, está arraigado a la visión freudiana de la represión primaria, expresada en “Más allá del principio del placer” (Freud, 1920) y, por otro, es un proceso esencial para la formación per se de la subjetividad. La “experiencia primaria de satisfacción” a la que se refiere Freud es de origen mítico, ya que no tiene representación y, por tanto, no puede experimentarse en la psique hasta que se pierde. El esfuerzo por recuperar ese momento perdido es un principio definitorio de la subjetividad. Tiene sus raíces en la capacidad humana de representar y, por ello, en el núcleo de esta función tan distintivamente humana se encuentra el principio de la falta, es decir, de la satisfacción perdida. Hay una relación dialéctica en el pensamiento de Lacan que también se basa en Freud: la represión primaria de la satisfacción pérdida sólo puede producirse una vez haya una representación que reprimir, y sólo puede haber una representación de la satisfacción como ya perdida, es decir, que la represión y la representación deben surgir a la vez: el objeto perdido aparece como un objeto ya perdido . Una de las consecuencias de que Lacan coloque la pérdida en el núcleo del ser del sujeto es que subvierte cualquier idea del infante como una criatura puramente

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