Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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Reich (1933) escribió sobre las defensas yoicas como una “ armadura corporal ” modelada por el carácter. Los estudios psicosomáticos de Franz Alexander (1965) y otros exploraron los efectos de las emociones en las enfermedades corporales. Jacobson (1964) perfeccionó el estudio sobre las representaciones mentales de las partes del cuerpo, imágenes, fantasías y sensaciones en relación con el yo, el sí mismo y los objetos. Las conceptualizaciones que surgieron de la investigación psicoanalítica del desarrollo y los estudios materno-infantiles de las décadas de 1970 y 2000 (como, por ejemplo, Mahler, Pine y Bergman 1975; Stern 1985; Beebe y Lachman 2002; Tronick 2002) que siguieron desarrollando las exploraciones del yo temprano afectado por diversas condiciones ambientales (Spitz 1950; Bowlby 1958; Winnicott 1971) defendieron los intereses corporales. En América del Norte se realizó un estudio psicoanalítico sobre el tacto que sirve de ejemplo para ilustrar el desarrollo del concepto de yo corporal desde el pensamiento freudiano contemporáneo –la corriente evolutiva más amplia dentro de la teoría estructural/psicología del yo contemporánea, que sintetiza aportes provenientes de varias culturas psicoanalíticas con hallazgos interdisciplinarios. El tacto es una capacidad primordial, uno de los dos sistemas sensomotores evidentes ya desde el útero. La piel del feto está en contacto con el líquido circundante; el feto se chupa el dedo, y, durante el último trimestre, se toca el cuerpo con las manos desde la cabeza hasta los pies. El tacto es esencial para el desarrollo temprano de las relaciones objetales y para diferenciar el sí mismo del mundo exterior y de otros individuos. El sí mismo vs. el no sí mismo también constituye un aspecto importante de la prueba de la realidad y el sentido o sentimiento de lo que es real. La importancia del tacto y su relación tanto con la cognición como con el afecto se encuentra representada en metáforas “táctiles” que indican emoción –“sentir”, “sentimientos” y “captar” (en el sentido de “agarrar”)– e implican comprensión, es decir, una operación cognitiva. Individuos de cualquier edad se encuentran afectivamente comprometidos y conmovidos por las bellas artes, la literatura, la música, etc. Se “sienten” tristes o felices, bailan con sentimientos románticos, sienten tristeza en una marcha fúnebre. Tienen la “piel fina” si se sienten heridos con facilidad, o son de “piel dura” si se muestran insensibles. La literatura psicoanalítica que aborda la importancia del tacto es relativamente limitada. El tacto, sin embargo, es presente en las formulaciones de Freud sobre los sueños, el principio de placer-displacer, las pulsiones instintivas y los instintos yoicos (posteriormente las funciones yoicas). Freud (1923) solo se refirió implícitamente al tacto en una afirmación: “El yo es sobre todo una esencia-cuerpo; no es solo una esencia-superficie, sino, él mismo, la proyección de una superficie” (Freud 1923a, p. 26). Merleau-Ponty (1945), filósofo y psicólogo infantil, escribió sobre el sentido del

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