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Consiste en una combinatoria de funciones yoicas ajustadas en todo momento a las circunstancias que brinda el campo social en el que el sujeto interactúa, y se corresponde con la ausencia relativa de psicopatología, es decir, con la normalidad . Desde esta concepción del proceso analítico como interacción terapéutica, se puede aceptar la idea de estilos complementarios siempre y cuando el analista, como usuario de diversos códigos de comunicación, también opte por las infinitas posibilidades de construir señales portadoras de su mensaje para dar sus respuestas interpretativas. El desideratum de la complementariedad estilística es que el resultado de una intervención sea, en forma y contenido, la respuesta interpretativa más ajustada en cuanto al punto de urgencia, la ansiedad prevaleciente y las defensas involucradas en cada momento. II. B. El “paciente sobreadaptado” Este concepto representa una extensión y posterior elaboración del interés inicial de Liberman por la incidencia psicosomática manifestada en su tesis doctoral sobre Semiología psicosomática (1947). Cuando retomó este tema, en vez de los rasgos orgánicos (Liberman 1982) , ubicó la adaptación excesiva al medio y los valores culturales dominantes e incuestionables en el centro de la caracterización psicosomática. La persona “sobreadaptada” se adapta a la realidad de forma pasiva y no crítica. La consecuencia más sustancial de esta “sobreadaptación” ambiental es el aplazamiento o la suspensión y la subestimación del yo corporal y emocional. De ahí la conocida fórmula de Liberman del “ yo sobreadaptado al ambiente ” versus el “ yo corporal repudiado y subyugado ”. Las señales provenientes del mundo emocional y del cuerpo son ignoradas por una falla en la construcción de los símbolos por parte de un aparato simbólico deficitario . Cuando los estímulos del cuerpo no se integran al proceso psíquico, la mente sufre un déficit cuyo resultado es la preeminencia de la exterioridad sobre la interioridad. Se pueden distinguir las conexiones conceptuales con el “bebé traumatizado” de Sándor Ferenczi (1931, 1949) y el “yo falso” de Donald Winnicott (1955), que se desarrolla en una “maternidad no suficientemente buena”. Como ya se mencionó al principio, la necesidad de recurrir a las llamadas disciplinas auxiliares fue producto de una decisión metodológica en consonancia con su proyecto de dotar al psicoanálisis de una mayor base científica. Por consiguiente, fue necesario que Liberman estableciera una base empírica específica para el psicoanálisis. El hecho de entender la sesión analítica como un diálogo dentro del marco de la interacción humana, hizo que fuera necesario distinguir la investigación del inconsciente en la sesión, del estudio de la sesión desde fuera, en cuyo caso se debe
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