Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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en que se genera este tercer objeto-fantasía, producto de la colisión entre varios fantasmas, éste pasa a regir los aspectos inconscientes de la dinámica de la relación. Además de la entrada del “campo psicoanalítico”, el Diccionario de Psicoanálisis Argentino (Borenszstejn, 2014) contiene otras entradas relacionadas con el campo que ofrecen una explicación más detallada del concepto: el “baluarte”, definido como una parálisis parasítica extrema del campo, que puede entenderse como la manifestación clínica de la compulsión de repetición; es decir, de la pulsión de muerte. En el proceso o no proceso analítico, el “baluarte” se hace visible cuando la movilidad del contenido ideacional y/o afectivo se pierde en la dinámica intersubjetiva. Otra entrada es el “campo perverso”, que explica los aspectos funcionales y dinámicos del baluarte: el campo homoerótico, haciéndose pasar por la relación “inocente madre- hijo”, el campo sadomasoquista y el campo voyeurista. Además, en América Latina también existe la conceptualización de Roosevelt Cassorla del “campo del sueño” (y el campo del “no-sueño”), relacionado con sus estudios sobre el enactment , y el concepto de “teoría de los campos múltiples” (o teoría de los campos) de Fabio Herrmann, que tiene un significado distinto y podría entenderse como una “interpretación del campo del psicoanálisis”. En Europa , con una brecha de veinte años por falta de traducciones, la conceptualización de los Baranger fue conquistando todos los desarrollos posteriores del concepto, especialmente en Italia y, en menor medida, en Francia y Bélgica. Prueba de ello es que el único diccionario psicoanalítico que se publica en Europa que menciona el concepto es el Diccionario Internacional de Psicoanálisis de Alain Mijolla (2002/2005), donde el concepto de campo se encuentra en la entrada “Willy Baranger”, escrito por Madeleine Baranger. Ella escribe: “El concepto de la situación psicoanalítica como ‘campo dinámico’, propone una fantasía inconsciente bipersonal de la sesión, en la que transferencia y contratransferencia derivan de una situación que posee un dinamismo propio, así como sus productos originales, más allá del aporte del analista y del analizante. Por ejemplo, un ‘baluarte’ es una resistencia producida en el campo psicoanalítico por la connivencia inconsciente del analista y del analizante, que inmoviliza el proceso” (en: De Mijolla 2002/2005, p. 150). Una influencia menos reconocida podría provenir de la fuerte tradición filosófica europea sobre el “encuentro” en la obra de Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Martin Heidegger (Bohleber, 2013), abriendo paso a una comprensión psicoanalítica específica de la intersubjetividad que trasciende la matriz de transferencia- contratransferencia. De forma parecida, Antonio Ferro señala una conceptualización local del campo como encuentro, introducida por el psicoanalista italiano Francesco Corrao. Corrao (1985) definió el campo como algo generado por el encuentro entre las dinámicas internas de ambos participantes, el paciente y el analista, o, más bien, por una especie de “Big Bang” que se produce cada vez que la pareja analítica se encuentra, creando una sola unidad donde antes había dos mundos internos diferenciados.

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