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formula el logro de la posición depresiva (y su resolución de los conflictos edípicos con un superyó completamente estructurado) en los primeros 18 meses de vida, desde el punto de vista de la integración de actitudes de amor y odio hacia el objeto. Esto difiere de la integración de los varios componentes parciales de la pulsión en las fases psicosexuales postuladas por Freud, que desembocan en una estructuración gradual interna, que, a su vez, desemboca en la formación del superyó hacia los cinco años. En el sistema de Klein, teniendo en cuenta la relativa importancia de los factores internos y externos (ambientales) en el desarrollo y la patogénesis, domina la fantasía, mientras que el impacto de los factores externos, incluyendo la ansiedad o la depresión materna, es mínimo. No existe un equivalente al reconocimiento explícito de una complementariedad compleja, como en las “series complementarias” de Freud, y solo existen algunos indicios de que la cualidad del procesamiento psíquico parental podría tener un impacto en el “nivel” de escisión del niño. Sin embargo, el concepto de “objetos internos inconscientes” es la contribución más significativa de Klein al psicoanálisis y a la teoría de las relaciones objetales. El desarrollo kleiniano se centra en este descubrimiento, según el cual las descripciones de la posición esquizoparanoide (1946) y la posición depresiva (1935, 1940) proporcionan el marco para abordar la pulsión como un factor determinante de la motivación, sobre todo desde el punto de vista de los objetos internos. III. B. Bion Wilfred Bion amplió la teoría de la proyección-introyección de Klein, sobre todo con respecto a la función comunicativa de los procesos proyectivos e introyectivos en el desarrollo normal: “Voy a suponer, sin definir los límites de la normalidad, que existe un grado normal de identificación proyectiva que, junto con la identificación introyectiva, constituye el fundamento para el desarrollo normal” (1959: 103). Bion entiende la identificación proyectiva como el vínculo del bebé con el pecho, lo que le permite lidiar con “sentimientos demasiado poderosos para ser contenidos dentro de su personalidad” (1959: 106). Bion señala que este vínculo tan primordial puede ser perturbado, “atacado,” de dos maneras, ya sea por la negativa de la madre a recibir la identificación proyectiva del bebé o por la envidia del bebé del pecho bueno, o una combinación de ambas. En cualquier caso, esto resulta en una “identificación proyectiva excesiva” en que se destruye la intención comunicativa original de la identificación proyectiva, lo que comporta un “deterioro de su proceso de desarrollo… Gracias a la prohibición del principal método que se le ofrece al lactante para tratar con sus emociones demasiado intensas, la conducción de su vida emocional, problema grave de todas maneras, se hace intolerable… El resultado es un objeto [interno] que, una vez instalado en el paciente, ejerce la función de un superyó severo y destructor del yo” (1959: 107). En sus escritos posteriores, Bion (1962, 1963) desarrolló la teoría del proceso proyectivo-introyectivo desde el punto de vista del “continente” y el “contenido”, términos que introdujo para describir la interacción entre las
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