Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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objeto no solo como un medio para la descarga pulsional, sino también como un factor capaz de cambiar al sujeto y la forma en que se experimentan y representan las pulsiones. Paralelamente a la constitución del objeto (a través de su supervivencia al ataque destructivo del bebé), el sujeto se vuelve capaz de diferenciar la subjetividad de la objetividad (Winnicott, 1969). Uno de los logros del sujeto en desarrollo es la posibilidad subsiguiente de usar las pulsiones, “poseerlas” como potenciales promotores de vida, además de usar al objeto como fuente externa de contribuciones desde fuera de la omnipotencia del sujeto. Esto es, sin embargo, el resultado final de un largo proceso de desarrollo, facilitado por una cuidadora adaptativa –la madre ambiental– que necesita ser internalizada para que esto ocurra (Girard, 2010). Para Winnicott, el entorno es lo que posibilita la experiencia de las pulsiones, o lo que hace posible que el infante haga uso de su instinto: “no es la satisfacción instintiva lo que hace que el bebé empiece a ser… La persona debe ser anterior a su uso del instinto” (1967b, p. 116). La presencia confiable del entorno (madre) permite al bebé envalentonarse cada vez más en la experiencia de las “pulsiones del ello”. Al darse las condiciones de una provisión materna “suficientemente buena”, la dotación instintiva liberada respalda el desarrollo posterior de la relación con los objetos y el uso objetal desde los primeros años de vida. Por consiguiente, la libertad del individuo para hacer uso de sus pulsiones instintivas varía al largo de la vida (1967a, b, 1969, 1971). Winnicott, al igual que Balint, trató los aspectos terapéuticos de la regresión en el contexto de una psicopatología revisada de las relaciones objetales, donde la enfermedad psíquica de la infancia se entiende como expresión del fracaso ambiental. Como resultado de impactos traumáticos y fallas en la provisión básica desde el inicio, las angustias psicóticas (o “agonías primitivas”, como acabaron denominándose) precipitan una serie de maniobras defensivas (“reacciones”), mediante las cuales el bebé busca proteger su sí mismo nuclear (Winnicott, 1962). Un ejemplo ilustrativo de cómo se inhibe la libertad del infante para experimentar y expresar las pulsiones en respuesta a la ansiedad materna, se encuentra en la intervención de Winnicott (1967c) con un bebé que se negaba a amamantar cuando estaba en presencia de su padre. Winnicott especuló sobre la influencia de la angustia materna y sus conflictos con la feminidad, así como sobre un “elemento superyoico” precoz en el bebé. Durante una sesión, Winnicott decidió interponer su propia mano entre el pezón de la madre y la boca del bebé, como una forma de desplazar la agresión del bebé, y observó con detalle la disposición posterior del bebé a amamantar nuevamente, reorganizando así su yo corporal. Además, mediante una observación muy detallada del comportamiento oral del bebé y el uso de su propia mano, Winnicott arrojó algo de luz sobre la relación entre la agresividad oral y la destructividad con el desarrollo temprano del yo. Cuando dos sensaciones, una oral y una táctil, son estimuladas simultáneamente a través de la succión del dedo, la superficie corporal del bebé, la piel, queda parcialmente al servicio del instinto oral y del placer autoerótico.

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