Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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formas no verbales, aunque potencialmente transformables en verbales. La pluralidad de las asociaciones libres –lo que él denomina “heteromorfia”– está relacionada con la evolución conceptual que va de la primera a la segunda tópica de Freud (del modelo topográfico al estructural) e incluye una heterogeneidad de material, una pluralidad de juegos lingüísticos y un campo no subjetivo que se sitúa fuera de lo verbal. Aurora Gentile (2011), enlazando con el pensamiento psicoanalítico francés (R. Roussillon, R. Cahn), pone de relieve la “materialidad” de la palabra, por la copresencia de trazas representacionales y perceptivas. Alessandro Garella (2011) destaca la diferencia entre las dos categorías de “asociaciones libres”: como concepto o como fenómeno. Este último remite una retroalimentación experiencial directa en el contexto de la situación clínica psicoanalítica, mientras que el concepto remite a la formulación abstracta y general de un método clínico que, sobre la base de la incognoscibilidad del inconsciente, identifica sus derivados en el discurso “oficial”. Desde este punto de vista, Francesco Conrotto (2011), Alberto Luchetti y Francesco Napolitano (2011) desarrollan su estudio sobre las asociaciones libres con un enfoque esencialmente filosófico –el primero, sosteniendo que el psicoanálisis, en tanto que se afirma como gnoseología, se convierte en una “metafilosofía” y, los otros dos, analizando el método de Freud dentro de un ensayo amplio sobre el asociacionismo desde sus orígenes en la filosofía griega. Maria Ponsi (2012), apoyándose en el marco conceptual del psicoanálisis contemporáneo, sostiene que, aunque el vínculo con el aparato teórico original se afloje o se disuelva, las asociaciones libres conservan un papel crucial en el tratamiento psicoanalítico. En un contexto conceptual nuevo y transformado, el uso del término “pensamiento asociativo”, además de no estar ligado a presupuestos teóricos específicos, busca subrayar un tipo especial de actividad mental que ocurre de manera natural y espontánea en la vida cotidiana y que, una vez situada en la situación analítica, adquiere la función específica de explorar la palabra interna. Con un uso creativo del “espacio potencial” (Winnicott 1968a), en la situación analítica se favorece la forma asociativa de pensar, y ahí entran en juego dos aspectos del funcionamiento del yo (Sterba 1934): por un lado, el modo de pensar dentro de uno miso, normalmente experimentado cuando la mente vaga sin rumbo como en la ensoñación diurna (“yo experimentante”); y, por otro, una actividad de autoobservación y verbalización (“yo observador”). Específicamente, Ponsi se basa en la sugerencia de Sterba de que el analista efectúa una “disociación terapéutica” (p. 120) entre un aspecto observador y un aspecto experimentante del yo. Sterba, a su vez, se apoya en la afirmación de Freud (1933) de que “[e]l yo puede tomarse a sí mismo como objeto, tratarse como a los otros objetos, observarse, criticarse, y Dios sabe cuántas otras cosas podrá emprender consigo mismo. Para ello, una parte del yo se contrapone al resto. El yo es entonces escindible, se escinde en el curso de muchas de sus funciones, al menos provisionalmente. Los fragmentos parcelados pueden reunificarse luego.” (p. 80 [54]).

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