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Los analistas norteamericanos James Grotstein (1981, 2005), Robert Caper (1999) y Thomas Ogden (2004) también han hecho aportaciones sustanciales al concepto. Grotstein ha desarrollado su concepto de “transidentificación proyectiva”, enumerando los procesos de transmisión en la interacción pre-léxica entre continente/contenido: “De esta manera, cuando el analista actúa como continente de las experiencias del analizado, …el analizado identifica su estado emocional de forma inconsciente y proyectiva, en su imagen del analista, con la esperanza de librarse de un dolor a través de la inducción de ese estado en el analista, manipulando la imagen del último… El analista, un participante predispuesto de esta aventura conjunta, se muestra abierto y receptivo… Esto… acaba con la contra-creación del analista de su propia imagen de las proyecciones del analizado…” (Grotstein, 2005, pp. 19-20). Caper ha resaltado que un elemento clave de la contención es la habilidad del objeto que recibe la proyección de conservar una actitud realista hacia la parte proyectada, puesto que de esta manera puede pensarla y devolverla en una forma más manejable. Entiende que esto va más allá del mero acto retentivo, el cual tiene el objetivo de sustentar el narcisismo del paciente. Thomas Ogden se ha centrado en las subjetividades interactivas involucradas en la identificación proyectiva. El modelo continente-contenido actual está ampliamente aceptado, no sólo dentro sino también fuera del grupo kleiniano. Arnold Modell (1989), entre otros, ha puesto de relieve la función continente del encuadre psicoanalítico, y Judith Mitrani (1999, 2001) ha introducido la función continente del analista a paradigmas de transferencia- contratransferencia para lidiar con varios problemas psicosomáticos y evolutivos. El modelo actual del francés-canadiense, Louis Brunet (2010), presenta una síntesis entre el pensamiento “bioniano tardío” (Grotstein, 2005) y el francés (De M’Uzan, 1994). Brunet ofrece una construcción clínica específica del concepto. Según él, la contención tiene aspectos “fantasmáticos” y “reales” que deben ser entendidos conjuntamente. Por un lado están los aspectos intrapsíquicos y “fantasmáticos” de la psique del paciente y del analista y, por otro, la respuesta “real” del analista o del objeto. A continuación, se presenta una taxonomía abreviada en cinco pasos que conducen a una óptima respuesta de contención: 1. el punto de partida puede ser la identificación proyectiva del paciente (contenido angustioso expulsado/proyectado en el analista), asociada a su fantasía inconsciente de que existe un objeto potencialmente indestructible que podría “contener” esas proyecciones peligrosas y podría devolverle al niño (al paciente) una versión “tolerable”, “integrable” de ese contenido; 2. después de este primer movimiento “intrapsíquico”, el paciente, o niño, añade comunicados no verbales y verbales, actitudes y comportamientos que actúan como inducciones emocionales hacia el sujeto (el analista, el padre). Estas inducciones son intentos de “tocar al analista” para hacerle sentir, y luego quedarse para sí mismo lo que proyecta. (Véase Grotstein, 2005);
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