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analista/madre, crean un sí mismo-objeto amalgamado. De M’Uzan (1994) estudió este aspecto a partir del concepto de “la quimera”; 5- esta quimera debe ser “comprendida y transformada” por el analista. Este trabajo puede entenderse como una “digestión psíquica” tanto de las proyecciones del paciente/niño como de los propios conflictos y afectos del analista/madre movilizados por la proyección. Entonces, el analista debe devolver un “contenido digerible”, con el riesgo de mandar una identificación contra-proyectiva al paciente. En América Latina , Roosevelt Cassorla (2013) ha estudiado la función contenedora-simbolizante del analista en el contexto de los enactments crónicos (ver la entrada ENACTMENT). Escribe sobre la capacidad de simbolizar como un producto de la función-α contenedora-simbolizante e implícita que el analista emplea durante los enactments crónicos. En este contexto, la función-α implícita del analista consiste en la capacidad para tolerar (contener) los movimientos obstructivos que han invadido el proceso analítico, sin renunciar a la búsqueda de nuevas interpretaciones de lo que está sucediendo, preparándose para futuras interpretaciones (de los enactments ), en caso de que el analizado las experimente de forma significativa. Paulo Cesar Sandler (1997, 2005a) ha ampliado desde la clínica el concepto de inversión de la función alfa de Bion, con el fin de conceptualizar un modelo de función anti-alfa , un contrapunto de la función alfa, no necesaria o únicamente relacionado con condiciones clínicas. La función anti-alfa recibe información psíquica y la convierte en imágenes concretas y sensoriales. El modelo describe una tendencia universal y primitiva de la mente humana a concretizar fenómenos mentales no sensoriales, transformando la realidad psíquica en realidad sensorial concreta, excluyendo la asociación libre. Basándose en la teoría del pensamiento de Bion, Sandler describe un proceso activo mediante el cual los elementos-α se transforman en elementos-β, que más tarde pueden hacerse pasar por información sensorial inteligible. En una situación clínica, bajo la influencia de este proceso, el analista se relaciona con el material del paciente como si éste estuviera realmente describiendo una realidad externa concreta, en lugar de estar encubriendo una realidad psíquica inmaterial. La función anti-alfa se vincula con la identificación proyectiva y puede estar operando tanto en la mente del paciente como del analista, con el fin de evadir el dolor de la posición depresiva. Sandler sugiere que este tipo de funcionamiento mental está mucho más difundido en la sociedad de lo que aparenta a primera vista, lo que explica las graves distorsiones en nuestra relación colectiva con la realidad (1997). Sin embargo, en circunstancias no- patológicas, la función anti-alfa también se activa como un paso intermedio en la comunicación, como se puede ver en el arte, los primeros años de vida y las acciones dirigidas a la supervivencia, etc. (2005a) [El gran alcance de la conceptualización de la función anti-alfa puede tener puntos de conexión con ciertos tipos de regresión, teorizados dentro de la red conceptual posfreudiana, como una “regresión al servicio del yo” (Kris 1952). La función anti-alfa también describe las defensas de la
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