Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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El primer y segundo pasajes se leen de forma ambigua con respecto al objeto gramatical de los verbos “experimentar” y “participar”. ¿El analista experimenta y participa en la alucinosis per se ? Esta lectura aparentemente directa contextualiza los verbos como aspectos de la técnica; es decir, lo que el analista hace en la sesión. Es como si Bion recomendara que el analista alucinara y/o participara activamente de la alucinosis. Otra lectura toma la situación analítica total como el objeto del verbo; es decir, el analista puede experimentar y participar en el análisis cumpliendo con su parte, o papel, o función analítica, mientras trabaja con el estado de alucinosis de su paciente. Esto contextualiza el texto más hacia la descripción del marco observacional. Con respecto al tercer pasaje, una lectura de la técnica clínica puede sugerir que devenir “uno” con las alucinaciones del paciente implica una forma de simbiosis con el paciente psicótico. Una lectura hecha mediante la observación puede indicar que el “acto de fe” científico de la pura observación acerca lo más posible al analista a “ser uno” con el objeto observado, “las alucinaciones de sus pacientes”, con el fin de “efectuar las transformaciones en O à K”. Finalmente, Bion propuso que toda observación clínica debería incluir y empezar con una apertura máxima del analista ante las transformaciones en alucinosis. Esto tiene sentido desde una perspectiva teórica en cuanto que permite al analista apercibir el material clínico no disponible cuando las observaciones se realizan en T(K). Bion escribe, “[e]l dominio del psicoanalista es el que descansa entre el punto donde un hombre recibe impresiones sensoriales y el punto donde proporciona expresión ante la transformación que ha tenido lugar” (Bion 1965, V, p. 245). Este es el dominio conceptual en que las transformaciones de las impresiones sensoriales, incluyendo las de la alucinación franca, puede proceder hacia los productos, T(β), en K, para los que el analista “proporcione expresión” en pensamientos y palabras. Más exactamente, Bion escribe que: IV. “Es necesario ampliar el concepto de alucinosis para ubicar como equivalentes configuraciones que, hasta el momento, no han sido reconocidas como tales.”

V.

“Debe entenderse que la transformación, en movimiento rígido o proyectiva, tiene a la alucinosis como uno de sus medios” (Bion 1965, V, p. 245).

Defiende la afirmación IV cuando escribe: “no considero este estado como una exageración de una condición patológica ni aun natural; más bien pienso que se trata de un estado siempre presente, aunque cubierto por otros fenómenos que lo ocultan” (Bion 1970, VI, p. 250). Se encuentra siempre a nuestro alcance el potencial de mantenernos lo más abiertos posible a la observación mediante el abandono del recuerdo y el deseo –es decir, T(K)– con el fin de facilitar las transformaciones en alucinosis; mediante un “acto de fe” científico, suplementado por la intuición analítica entrenada, el analista tiene el objetivo de penetrar en este estado en todas sus observaciones clínicas. La afirmación V, aunque esté muy condensada, indica que la

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