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que los sistemas de neuronas espejo (Gallese, Eagle y Migone, 2007) son un posible elemento en tal “intersubjetividad” dada de forma innata. Los estudios neuropsicoanalíticos de las estructuras y actividades del cerebro derecho en los procesos inconscientes del “sí mismo implícito con el otro” de Allan Schore (2011) también son relevantes en este sentido. Desde las primeras etapas de la vida intrauterino-prenatal, las experiencias sensoriales participan en la formación de una memoria emocional y afectiva básica; la verdadera piedra angular para la organización de las primeras representaciones (Mancia 1980; LeDoux, 1992). Siguiendo la investigación de LeDoux sobre la interacción implícita de múltiples sistemas de memoria en condiciones de trauma agudo en adultos, una serie de estudios longitudinales continuaron expandiendo el conocimiento de las consecuencias neurobiológicas de las experiencias diádicas tempranas (Balbernie, 2001; Siegel, 1999; Schore, 2003, 2010) en niños con y sin antecedentes traumáticos. Para los estudios neurocientíficos del desarrollo del cerebro, el mensaje clave es que “las conexiones humanas dan forma a las conexiones neuronales de las que emerge la mente” (Siegel 1999, p. 2). Durante los tres primeros años de vida, la interacción con los cuidadores activa y moldea tres circuitos corticolímbicos básicos para la autorregulación del afecto, lo que proporciona la base sobre cómo se experimentarán y manejarán las futuras emociones significativas. En este contexto, Schore (2003) también estudió los correlatos neurobiológicos de la aparición temprana de la disociación en los bebés, que se observó que coincidía con la estructura rítmica de los estados descompensados de la madre, tanto en la hiperactivación como en la desactivación disociativa. El trabajo de Allan Schore (2001) sobre la regulación de los afectos proporcionados por la relación diádica guarda muchas similitudes con el concepto de contención. Aunque nunca usa esa palabra específica, dedica muchas reflexiones al tema de la identificación proyectiva como forma de comunicación inconsciente entre los hemisferios derechos de la madre y el niño (o paciente y analista), describiendo así un proceso cuya internalización conducirá eventualmente a la capacidad de regulación emocional, que parece ser la base de la contención. Es interesante notar la proximidad entre los conceptos de contención y regulación emocional, como lo expresa Anne Alvarez (2016): “Hoy en día hay mucho interés en Estados Unidos por la autorregulación, y en Gran Bretaña por la contención, pero ¿cuáles son sus componentes?”. Esta pregunta revela que términos tales como autorregulación y contención muestran una superposición conceptual y clínica que merece ser más explorada e integrada. El concepto neurobiológico de la Red Neuronal por Defecto (RND), descrito por Raichle (2001), promovió numerosos avances en neurociencia y disciplinas afines. La RND, una red que opera en la mentación espontánea, que ocurre cerca del 50% de la vida diaria, es una vía altamente interconectada que une los centros de cognición social y la memoria y abarca enfoques sobre el sí mismo-otro, la ensoñación, el sentido de sí mismo, la exploración del futuro y otros. Es interesante notar que alcanza su forma
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