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absorben menos empleo. Ocurre con los técnicos y profesionales científicos e intelectuales, técnicos y profesionales de apoyo, y directores y gerentes. La solución pasa por establecer políticas públicas que combatan las desigualdades sociales y ayuden a avanzar en el terreno del empleo. «Hace falta tomar medidas desde diferentes ámbitos para favorecer que la recualificación sea una oportunidad real», insiste Lucía Gorjón, investigadora de la Fundación Iseak. Y enumera algunas de ellas: desde ayudas al transporte y a la vivienda, a soluciones de flexibilidad horaria a favor de la formación, convenios con empresas para incentivar la formación interna, prácticas formativas, contrataciones subvencionadas, campañas de información y concienciación sobre la evolución del mercado laboral… También ayudaría a reducir el problema la puesta en marcha de medidas innovadoras relacionadas con la formación a lo largo de la vida. «Deben ser flexibles y adaptables a la vida adulta, para que fomenten un aprendizaje efectivo y práctico que facilite una reinserción rápida al mercado laboral», añade. En opinión de Gorjón, esto permitiría ofrecer una formación adecuada a aquellos empleados más amenazados por la polarización del mercado laboral, ya que la oferta formativa para este perfil de trabajadores ni es demasiado extensa ni de fácil acceso, debido a una serie de factores —entre ellos, la titulación, las barreras burocráticas, la desinformación o problemas de conciliación laboral o familiar—.
Automatización, polarización laboral e igualdad socioeconómica concluye que en España se ha experimentado un claro proceso de polarización laboral como consecuencia de la automatización. El documento, en el que ha participado la Universidad Complutense de Madrid (UCM), muestra que se ha generado empleo neto entre los salarios bajos y altos, algo que no ocurre con los tramos salariales medios, vinculados a trabajos relacionados con la realización de tareas rutinarias. Este fenómeno predomina en la mayoría de las economías europeas y ha afectado, en mayor o menor medida, a todas las comunidades autónomas españolas. Sostiene el informe que los empleos ostentados por hombres son los que más padecen el fenómeno de la automatización, algo que no sucede en el caso de las mujeres. Es así porque las máquinas están sustituyendo, sobre todo, las tareas más rutinarias, realizadas sobre todo por mano de obra masculina. Tampoco ayuda el excesivo optimismo que los hombres muestran hacia el cambio tecnológico... pese a ser el colectivo más perjudicado por el avance de las tecnologías. Para solucionar el problema, la investigación admite que deben impulsarse campañas de información sobre las consecuencias que implica el desarrollo tecnológico, además de programas específicos en los que se explique cómo afecta la automatización a cada una de las ocupaciones. A la vez, hay que permitir que los trabajadores cuyas tareas son rutinarias —y, por lo tanto, corren serio peligro de quedarse en el paro— puedan acceder a programas, cursos y otras políticas activas de empleo (incluso antes de que pierdan su trabajo) para posibilitar cuanto antes su reinserción laboral.
Los puestos medios, en la cuerda floja
Otro reciente estudio de Cotec confirma estas tesis. Tras analizar el periodo 1998-2020, la investigación
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