D oña Rosario, otra vecina, decía que no era un pro- ceso de inmersión sino que Satanás se llevaba la carreta por los cielos para acomodarla en un sitio que debía ser el infierno. La vieja Orfilia, alias ¨Pata de Lora’’, decía, que nadie debía ver ese proceso porque le puede pasar lo que le pasó a don Santiago -conocido como el cieguito-, que se quedó ciego por curioso por tratar de ver lo que ahí pasaba. Don Santiago quien vivía cerca de la calle de tierra, era un hombre bondadoso, bastante mayor, ciego -no se sabía si de nacimiento- músico y padre de una inmensa prole. Otra vecina doña Clotilde, afirmaba que don Juan -éste era un vecino de la pulpería que tenía una joroba prominente -se quedó jorobado porque una noche fisgoneando el proceso de elevación o inmersión en la esquina y que Satanás lo castigó dejándole exactamente en la posición en la que hurtadillas es- taba observando y por eso quedó jorobado de por vida. Todos los concurrentes sacaron en conclusión que ésta era una esquina maldita donde Satanás hacía de las suyas. Una de ellas dijo que hablaría con uno de los sacerdotes de la Iglesia de la Dolorosa, para que viniera a bendecir o hacer una espe- cie de exorcismo en la mentada esquina. Otra dijo que mejor hablaría con el sacerdote de la Iglesia la Soledad que era más bueno. Además de estos comentarios, en otros días se hacían otros más inverosímiles como el que elaboró la señora Rosario di- ciendo que había visto la carreta que desde luego era sin bue- yes, la cual era tirada por ánimas en pena que se quejaban. Después agregó que Satanás montado en la misma carreta les pegaba con un látigo grande y resplandeciente al mismo tiem- po que los arreaba para que jalaran mas duro. Según ella los quejidos de las ánimas se podían oír a un kilómetro de distan- cia. Una parte de los integrantes de la barra de muchachos que estaba escuchando en la pulpería La Popular, el relato de doña Rosario en ese momento, comenzó a asediarla con preguntas
Made with FlippingBook flipbook maker