La gestión de residuos también supone un elemento clave a efectos de mejorar los procesos de circularidad. Mientras que el nivel de generación de residuos municipales per cápita en la Unión Europea se ha mantenido relativamente estable (en torno a los 500 kg per cápita), España, que superaba la media de la UE hasta el año 2010, constata una tendencia de reducción con el inicio de la crisis económica y financiera en 2008, que cambió de tendencia de forma desfavorable a partir de 2014, con lo que también se pone de manifiesto el acoplamiento económico-ambiental del modelo de desarrollo con relación a la generación de residuos, que repuntan en los años de recuperación económica. Además, la situación actual sigue constatando la baja separación de los residuos, con altos niveles de residuos depositados en vertedero (el 57% de los residuos municipales, frente al 25% del promedio de la UE) y bajas tasas de reciclaje (33,5% en España, y 46,5% en la UE), lo que supone un gran reto para alcanzar los nuevos objetivos marcados por la UE a medio y largo plazo, que implican llegar al 65% de reciclaje de residuos municipales en el año 2030 y reducir el vertido al 10%. Consecuentemente, para encarar realmente la transición hacia una Economía Circular hay que abordar nuevos escenarios de desmaterialización, desenergización y descarbonización del sistema de producción y consumo, dando prioridad al ciclo recursos-residuos. Para ello será necesario incidir en la gestión sostenible de las materias primas, en el enfoque global del uso de materiales, y en el desacoplamiento de los procesos económicos respecto al impacto ambiental. Esto conduciría, no solo a mejoras en la productividad de los recursos, sino también a reducciones absolutas en el uso de los materiales, donde la Economía Circular apuesta por la durabilidad de los productos y la recuperación de los subproductos.
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