360 UDEM No.3- El Gran Confinamiento

B I E N V E N I D O A L T E C H O D E Á F R I C A

“ ¡ M I R A ! ¡ L A C U M B R E ! ” . A D M I R O E L C O N O D E L C R Á T E R , C O R O N A D O P O R E L G R A N G L AC I A R Q U E C U B R E L A M O N TA Ñ A C O M O U N V E L O B L A N C O . N O P U E D O Q U I TA R L E L A V I S TA D E E N C I M A Y, C L A R O , E M P I E Z O A L L O R A R : A Ñ O S D E P L A N E AC I Ó N , S U E Ñ O S , C U R S O S , A H O R R O , S U D O R , S A N G R E .

y se fue por unos escalones abajo. No puedo quitar- le la vista de encima y, claro, empiezo a llorar: años de planeación, sueños, cursos, ahorro, sudor, sangre. “¿Estás listo, Gabriel?”, me pregunta Alen, pero ya tenía la mochila sobre mis hombros, era obvio que estaba listo. Antes de salir, tuve que darle 10,000 chelines (100 pesos) a los guardabosques y agrade- cerles por dejarme dormir en su cabaña. DÍA 2: 10 kilómetros y un ascenso de 500 msnm. De- jamos atrás el bosque tropical que se escondía bajo las nubes, y entramos al páramo, donde pequeños arbustos y un terreno árido son el común denominador. Llegamos al campamento pocas horas antes de la cena y moría por echarme en mi sleeping . Ya estaba a punto de caer dormido cuando llegó Gideon con un litro de sopa de verduras. Gabriel, estás en el cielo de la comida . DÍA 3: Hacemos la caminata hacia la torre de lava y descendemos hacia el campamento de Barranco. Es una caminata que me recuerda al Nevado de Toluca por las distancias y los desniveles. Las formaciones de roca volcánica son inmensas, casi como si cami- naras entre edificios de lava sólida. En ocasiones se asoman pequeñas rocas de obsidiana entre la arena rojiza que se mueve bajo mis botas y brillan en tonos verdes y azules, como las escamas de un pez. Llega- mos al campamento y apunto mi nombre en el libro de registro. Veo que, hace dos meses, cuatro mexica- nos estuvieron ahí: Vaya, Gabriel, no eres el único. Y mira, no están los nombres de varios alpinistas que comenzaron contigo . “Tuvieron que abandonar la ex- pedición”, me dice el guardabosques. DÍA 4: Debemos subir nuevamente a 4,600 msnm por la pared de Barranco, con una inigualable vista a las

faldas del volcán. Camino y veo a los porteadores con todo nuestro equipo, en sacos de lona sobre su cabeza que pesan casi 20 kilos. Son los verdaderos héroes: sin ellos, ninguno aquí podría lograr su misión. Entre mis pensamientos y la belleza de los paisajes, nos agarra la lluvia, pero logramos llegar al campamento. Este fue el día más pesado de todos, no solo porque llevamos cua- tros días de camino recorrido, sino porque, cada vez, la altura es mayor. Es difícil dormir, también. Las personas que han dormido por encima de los 4,000 msnm sa- brán lo complicado que es conciliar el sueño en estas circunstancias: tu cuerpo está tratando de compensar la falta de oxígeno y crea más glóbulos rojos; los síntomas de mal de montaña pueden comenzar a presentarse; las náuseas están a la vuelta de la esquina… por fortuna (y buen entrenamiento), no he sucumbido a ninguno de ellos, ni siquiera al irritante dolor de cabeza que suele acompañarme en estas situaciones. UNA BANDERA DE SUPERHÉROE Llegó el día, el que tanto esperamos. Alen, en su afán de gran guía, me dice que nos despertaremos a la me- dianoche y empezaremos a caminar a la 1:00 AM. Gi- deon, por su lado —y fiel a su costumbre—, llega con un litro de té, pasta con atún y una gran olla de sopa de maíz. No puedo dormir bien, la emoción me gana… y tengo que ir al baño. Apenas salgo de mi casa de cam- paña, me empapo con una infinidad de estrellas de un cielo negro y absolutamente despejado. Como gotitas de pintura en lienzo oscuro. Al fondo, escucho a varios alpinistas sufrir por mal de altura —algunos vomitan, otros agonizan en sus camas—. Vuelvo a mi sleeping , aunque el sueño no era mi mejor amigo esa noche…

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