De Start-up a Gacela

DE START-UP A GACELA ¿Cómo es la evolución de las start-ups hacia el crecimiento?

aproximado de 3-4 años. En suma, la innovación es propia de estas empresas que generan la mayor parte de los nuevos empleos. En este sentido, la innovación constituye en sí mismo un punto de conexión entre las start-ups y las ga- celas, conexión que propicia algunas reflexiones. En primer lugar, un hándicap de las start-ups consiste en el tránsito desde un producto o idea innovadora hacia la conformación de una empresa, entendi- da como una organización de recursos orientadas al logro de objetivos económicos y no económicos. Muchos proyectos muestran grandes capacidades en relación a las fases muy preliminares del embudo emprendedor (generación de la idea, validación del modelo de negocio, metodologías ágiles, desarrollo de métricas para aprendizaje validado, etc.), pero muestran grandes debilidades en cuanto a recursos y capacidades empresariales (comercialización, gestión financiera, capacidades de gestión estratégica, gestión de equipos equilibrados y diversos, etc.) las cuales afloran cuando el escalamiento del merca- do no va acompañado en paralelo de un escalamiento organizativo (Blank, 2013). Por el contrario, las empresas de más de 10 trabajadores que desean crecer presentan la ventaja de disponer ya de una or- ganización creada, estructurada, así como de una serie de capacidades y dinámicas empresariales ya establecidas. Su reto se centra en mantener su flexibilidad y orientación emprendedora y propensión a la innovación que les permita crecer, dentro del marco de las rutinas organizativas generadas a lo lar- go del tiempo. En resumen, identificamos que start-ups y gacelas cuentan con recursos y capacidades complementarios. Lo que las primeras poseen es lo que requieren las segundas y viceversa. Esta complementariedad se pone de manifiesto al considerar la propia conexión entre sus contextos mutuos: los conocidos como ecosistemas (emprendedor versus innovador). Ambos conceptos se de- sarrollan en la literatura de forma consecutiva, a partir de los pioneros estudios sobre “economías de aglomeración” (Marshal, 1890), que propone la idea de que las empresas pueden obtener externalidades a partir de la proximidad espacial entre empresas del mismo sector —externalidades Marshallianas— o incluso de otros sectores —externalidades Jacobianas— (Jacobs, 1969). A partir de aquí Porter (1980) difunde el concepto y el papel de los clústeres industriales como unidades generadoras de ventajas competitivas para las empresas que forman parte de ellos. En paralelo, se desarrolla el concepto de sistemas regionales de innovación —RIS: Regional Innovation Systems (Cooke et al., 1997; Asheim et al., 2011)—, integrado por actores como universidades, organismos de investigación, administraciones pú- blicas, inversores, etc., entre los que se genera y difunde el conocimiento. Siguiendo esta línea, emerge en las últimas décadas el concepto de ecosistema emprendedor (Stam, 2015). Si comparamos las definiciones y componentes de los ecosistemas de innovación y emprendedores, es fácil identificar importantes similitudes (diversidad de agentes implicados, papel esencial de su in- terrelación, la confluencia de factores institucionales, relacionales y culturales, etc.). Una diferencia esencial es que en los ecosistemas, el emprendedor ocupa una posición central. La noción de este tipo de ecosistema se basa en la idea de que el emprendimiento es un fenómeno que se desarrolla en una comunidad de agentes interdependientes (Stam, 2015, p. 1761). Suele definirse, por tanto, como un conjunto interconectado de actores empresariales, organizaciones empresariales, instituciones y procesos empresariales que, formal e informalmente, se unen para conectar, mediar y gobernar el comportamiento emprendedor de una determinada región (Mason y Brown 2014). Se observa que los actores vienen a coincidir con los de los sistemas innovadores, con algunas leves modificaciones como la diferente naturaleza de los inversores o consultores, o el papel de las incubadoras, aceleradoras y mentores, aparte del ya mencionado rol central del emprendedor. Brown y Mason (2017).

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