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interpretativo (1947-1997, 1945-1966). Aulagnier, en una serie de textos que todavía no han sido traducidos (1968, 1969, 1970, 1977), examinó la ineluctable imbricación del sujeto en las proyecciones del otro. Señaló que el requerimiento de “decir todo lo que le viene a la cabeza puede someter al paciente a un estado de esclavitud absoluta, llegando a transformarlo en un robot que habla”. Por esta y otras vías, Aulagnier analizó la potencial alienación perpetrada por un uso irreflexivo del encuadre. Según su concepto de la “violencia de la interpretación” –que entiende como inevitable–, el primer cuidador y analista se encuentran en una misma posición paradójica, ya que ambos corren el riesgo de hacer una interpretación “excesiva” –una advertencia que ha llevado a los analistas franceses de ambos lados del Atlántico a expresar reservas sobre el uso acrítico de la contratransferencia para entender a los pacientes. Los autores franceses se han mostrado especialmente sensibles al inherente potencial “seductor” – tan necesario como abusivo– que es parte del encuadre analítico. Donnet (2001) distingue el sitio analítico de la situación de análisis: “el sitio analítico contiene el conjunto de lo que constituye la oferta de un análisis. Incluye al analista en función” y “la situación analítica resulta, aleatoriamente, del encuentro suficientemente adecuado del paciente y del sitio” (p. 138). Actualmente, las dos fuentes principales de la teorización del encuadre psicoanalítico son Winnicott (1956) y Bleger (1967). Algunos autores también hacen referencia a la teoría de campo de Barangers (1983), que entiende la situación analítica como una co-creación, puesto que los dos miembros de la pareja analítica están inextricablemente ligados, y uno no puede entenderse sin el otro. El campo analítico está configurado como una fantasía inconsciente de la pareja analítica que se abordará como tal a lo largo de todo el análisis. André Green dedicó su célebre artículo “El analista, la simbolización y la ausencia en el encuadre analítico” (1975) a la memoria de Winnicott, cuya obra Green introdujo en Francia. Según su lectura de Winnicott, el encuadre y la calidad de la presencia analítica que lo acompaña constituyen hoy en día lo que él llama el “ambiente”, debido a su papel facilitador o al impacto que tiene sobre la facultad del paciente de crear un espacio de transición y pensamiento creativo. Aquí “pensar” se entiende en el sentido no-alucinatorio y no-proyectivo, como pensamientos subjetivados que forman parte de uno mismo. René Roussillon ha desarrollado esta postura teórica subrayando la calidad del “ squiggle ” (del inglés, garabato): “el encuadre puede convertirse en una invitación para que el paciente participe en un espacio compartido, un campo de juego o co-pensamiento, donde éste puede ‘responder’ a su manera” (Roussillon, 1995) y ser “sostenido” o interpretado por el analista. El analista y su encuadre se convierten así en un “medio maleable” en el sentido de uso objetal (1988, 1997, 2013).
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