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gratificación se basa en la necesidad de contacto, y no en la satisfacción de la pulsión. Los aspectos gratificantes de la madre se experimentan como tales durante la fase más temprana de dependencia absoluta por el yo unitario original (el “yo central”). Por otro lado, parecería que la no gratificación hace referencia a las experiencias inevitables de frustración, y que la escisión del yo forma parte del dilema existencial de los seres humanos: “cierto grado de escisión del yo está invariablemente presente en el plano psíquico más profundo” (1940: 8). Hay una referencia explícita a Klein, al menos al principio, cuando postula que la posición básica de la psique es la posición esquizoide. Aunque, como Fairbairn (1944: 81) señala: “La teoría del aparato psíquico de Freud… se desarrolló en base a la posición depresiva; y es sobre una base parecida que Melanie Klein ha desarrollado sus teorías. Por el contrario, es la posición esquizoide la que constituye la base de la teoría de las estructuras psíquicas que voy a avanzar.” Por lo tanto, Fairbairn explica que en “una situación de frustración emocional el niño llega a sentir (a) que su madre no lo ama realmente como persona, y (b) que su amor hacia la propia madre no es realmente valorado y aceptado por ella” (1940: 17). La situación es vivida como algo “extremadamente traumático” y termina generando un “objeto malo” y una transferencia de relaciones humanas íntimas a una “realidad interna”. Esto último se produce bajo condiciones traumáticas, es decir, por una “situación externa intolerable” (1944: 111) donde la frustración genera una internalización de los objetos con fines defensivos. El mecanismo de defensa central se escinde: el objeto malo internalizado, en condiciones adversas, se divide en un objeto “necesitado/seductor” o “rechazante” –ambos sujetos a la represión del yo. El objeto seductor está formado por los aspectos prometedores y atractivos de la madre, mientras que el objeto rechazante representa los aspectos de privación y retención de la madre. El primero está unido al “yo libidinoso”, como un depositario de la esperanza; el segundo al “saboteador interno”, o yo anti-libidinoso, como un agente del odio. El resultado se define como “la situación endopsíquica básica”, es decir, un yo central que emplea varios mecanismos de defensa en relación (i) al yo libidinoso y objeto seductor y (ii) al yo anti-libidinoso y objeto rechanzante (1946: 147). El yo central comprende elementos preconscientes y conscientes, así como inconscientes, mientras que los yos subsidiarios son generalmente inconscientes. A pesar del empleo de términos freudianos, esta estructura tripartita de la personalidad no se corresponde al modelo estructural del psicoanálisis clásico. A diferencia de Freud, Fairbain organiza los eventos relacionales reales en formaciones, o estructuras, de objetos de sí-mismo separadas, basadas en la represión de los objetos internalizados: el yo central / el objeto ideal; el yo libidinoso / el objeto necesitado o seductor; y el yo anti-libidinoso / el objeto rechazante. Según este modelo, la inseparabilidad del yo y el objeto se presenta en forma de “estructuras intrínsecamente dinámicas resultantes de la escisión de una estructura del yo dinámica original y única presente en el principio” (1946: 148). Además, mientras que el yo estructural, en el sentido freudiano clásico, se aborda como una derivación del ello no estructurado de la segunda topografía, Fairbairn considera “el yo libidinoso (que corresponde al “ello”) como una porción escindida del yo original
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